Nicaragua ha experimentado una historia turbulenta, donde su pueblo ha tenido la libertad condicionada al estar sometida a un constante período dictatorial. Primero la dictadura familiar de los Somoza en la década de los treinta, la cual finalizó en 1979, gracias al papel de los Sandinistas. Sin embargo, fue gracias a su rol liberador sandinista, que Daniel Ortega llega al poder, y se repinta nuevamente una dictadura.
Según la contextualización expuesta por el periodista Víctor Hugo Murillo, Daniel Ortega desde un principio siempre ha tenido una obsesión por el poder, un enamoramiento por este. Entonces cuando Somoza cae, toma el poder una junta de gobierno de reconstrucción nacional integrada por cinco miembros. Dicha junta fue coordinada por Daniel Ortega. Poco tiempo después la junta se desintegra porque de parte de los sandinistas se comienza a atacar a aquellos que no eran de la línea sandinista, como a Violeta Chamorro.
Más adelante se realizan las primeras elecciones en Nicaragua después de Somoza, donde Daniel Ortega era el candidato sandinista y asume como presidente en 1985. Nicaragua vive un periodo dictatorial, con censura de prensa, expulsión de opositores, hasta 1990. Daniel Ortega vuelve al poder en el 2007, donde poco a poco va desmantelando la institucionalidad de Nicaragua para ponerla en un camino dictatorial.
“Yo me atrevo a decir que en Nicaragua realmente el único periodo de ejercicio democrático podemos ubicarlo entre 1990 y el 2007”, indicó Murillo.
Entonces se entiende como durante muchos años, los actos de Ortega han hecho que la democracia sea solo un fenómeno pasajero para las personas nicaragüenses. Esta dictadura se ha manifestado atacando los derechos de las personas de circular, manifestarse, oponerse, pensar diferente, hasta expresar su fe ha sido motivo de castigo. Víctor Hugo Murillo junto al analista político Constantino Urcuyo Fournier, coinciden en que la dictadura de Ortega ha llegado a sobrepasar la de Somoza.
Para Fournier, que Rosario y Daniel hayan asesinado a 317 personas en el 2018 en la calle con francotiradores y con paramilitares es un ejemplo de ello, puesto que aquella dictadura y esta consisten en dictaduras familiares, sin embargo la de hoy es una con métodos más sofisticados de represión, es un Estado policial que prohíbe reunirse, la gente no puede salir a la calle, prohíbe salir con la bandera en Nicaragua, prohíbe ir a marchas, prohíbe las procesiones.
De forma más reciente esta dictadura ha tomado medidas contra universidades y centros de estudios superiores como el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae), contra la Universidad Centroamericana (UCA), ha realizado la expulsión de monjas, incluso el cierre de la Academia de la Lengua Nicaragüense. Además, ha suprimido a 3.375 organizaciones no gubernamentales, tiene 1.336 presos políticos, 317 personas desterradas a las que se les quitó la nacionalidad, no hay límites, no hay moderación, afirmó Urcuyo.
“Es una dictadura que ha conformado un Estado policial represivo que llega hasta el fondo de la sociedad civil”, afirmó Urcuyo.
En una sociedad democrática, las personas gozan de un conjunto de libertades y derechos fundamentales, como la libertad de expresión, la libertad de asociación y la libertad de prensa. La erosión de los valores democráticos en Nicaragua lleva a la restricción de estas libertades, limitando que las personas puedan expresar sus opiniones y participar activamente en la vida pública. La dictadura Ortega se ha involucrado en los espacios económicos, sociales, de fe, ideológicos y políticos de los y las nicaragüenses.
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