“Pura brujería”, un concierto con una pizca de magia

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Ariana Rauda Campos
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No hay duda de que el pasado viernes 4 de abril Alelí Prada y su banda nos sorprendieron en Selva Art House con un concierto en el que hubo Pura Brujería. Este estuvo repleto de artistas invitadas y nos llevó en un viaje emocional mientras escuchábamos la música bajo el abrazo de la naturaleza. 

La aventura comienza desde la entrada al lugar porque entrar a Selva Art House no es una hazaña sencilla. El lugar, ubicado a unos cuantos pasos de la Iglesia de San Pedro, no parece otra cosa que una casa común. No obstante, una vez que te atrevés a empujar un poco el portón blanco de la entrada encontrás un hogar de conciertos íntimos, arte y deliciosa comida.

 

Mantas, postales y charlas de pasiones 

En el jardín se alistan las luces de Sesiones en la casa y una máquina de humo. Las personas, quienes fueron recibidas por Keni y Colibrí en un stand con postales de Alelí en forma de bruja y Loudwing como gato negro, comienzan a extender mantas que trajeron para disfrutar cómodamente del evento. 

Al mismo tiempo en el segundo piso de la casa, bajo unas chispeantes luces blancas navideñas guindadas en el techo, Selvático descansa sobre un almohadón mientras Flora y Alelí se comienzan a preparar.  

Tessa y Ara, las fotógrafas a cargo, hablan sobre tatuajes, pasiones y anonimato mientras Mon Mora revisa los últimos detalles del vestuario que diseñó. Todas rodean una pequeña mesa con papeles, un ojo turco y una solitaria planta que recuerda al nombre del lugar. Para completar el grupo nos acompaña Layla, la perrita del hogar, quien les brinda su fiel compañía. 

“No le hace caso a nadie que no tenga comida en sus manos”, dicen sobre Layla. 

Florece la magia  

Con un pañuelo atando su cabello y una guitarra en la mano Flora pasa al escenario en el jardín. El espacio está repleto de personas quienes sacan fotos y se preparan para el show. 

“Yo toco un poco raro”, nos cuenta la artista mientras coloca al revés su capo, esa pequeña prensa que cambia la tonalidad de la guitarra. 

Cuando termina la primera pieza Layla entra feliz y triunfante al oírla cantar. Como no podía ser de otra manera las personas empiezan a acariciar a la perrita al tiempo que Flora nos cuenta sobre “la bruja”, una canción inspirada en la gata negra que vivía en su casa.  

Son las 9:40 de la noche y  Alelí sube al escenario; al igual que Flora, ella viste ropa diseñada por Mónica Mora, quien en su obra muestra la sexualidad a través de las siluetas de los cuerpos.  

La diseñadora se encontraba un día escuchando “Serena” de Manantial en la casa de su abuela cuando obtuvo su inspiración. En tributo a la época de las tías y las abuelas cuando se usaban camisones y largos, Mon a través de telas y encajes blancos creó un vestuario que desafía la noción de ocultar a la mujer y su sexualidad. 

Las artistas cantan juntas “Cure for me” de Aurora y Silvana Estrada. Ambas bailan mientras huele a palo santo (que sale de un pequeño incienso que Keni colocó discretamente entre las plantas). Esta es una canción que las une y recuerdan con cariño. 

“Porque ambas somos haditas”, comenta Flora. 

Se cierra el primer acto. 

Ya se acercan las 10 y alguien en el público grita “Aleli, Aleli aparece aquí”. Aldair se acerca a los teclados. La tierra comienza a retumbar con su música y a lo lejos suenan ocarinas. 

Alelí entra, comienza a leernos su poesía. Nos habla de los dolores de nuestra tierra, de las mujeres, de la ira. Termina su discurso diciendo “bienvenidos a Pura Brujería”. 

 

 

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Embrujos del monte 

“Las dos crecimos en el campo y sabemos bien que una cosa es tener un país verde y otra cosa es que la mirada sea verde” dice Alelí luego de invitar a la cantautora Karol Barboza a pasar al escenario. 

Karol es de San Isidro del General mientras que Alelí creció en el verde de una montaña en Heredia. Juntas cantaron “Monte Verde”, una pieza inédita que por ahora solo la han escuchado quienes asisten a sus conciertos. 

En la siguiente pieza Fiorella Hidalgo sube a acompañarlas en el bombo. Desde atrás Keni hace sonar las maracas y las personas aplauden al ritmo movidito de la canción. 

Una selva que transforma  

El siguiente en pasar es Selvático, quien hace al público llorar. La brisa es fuerte y las ramas se mueven al tiempo que el público parece contener el aliento para escucharles cantar. “Hoy vi a un árbol llorar y yo lloré con él”, suena el primer verso de “Reconciliación”. 

“Al día de hoy sigo llorando, creo que ya no me salen lágrimas pero nunca la voy a dejar de llorar”, explica Selvático sobre su pieza. 

Pablo Sequeira acompaña con la guitarra y Loudwing se encarga de los beats. Estos músicos nos hacen entrar a la selva con la melodía y el sonido de unas cuantas aves. Empieza “Me voy pa’ la selva” entre el follaje y la luz de la luna. 

“Como no íbamos a amar de esta forma selvática si somos de esta tierra”, dice Alelí Prada. 

La pócima de “Amiga date cuenta” 

Es el momento de Olguita Acuña de subir al escenario con su voz que hace retumbar hasta los mísmisimos huesos. Alelí y ella nos cantan sobre el (des) amor logrando identificación de todo aquel que ha pasado una desastrosa relación. 

“Amiga date cuenta y si no te has dado cuenta es hora de mandarlo para el agua”, declara Olguita. 

De repente Olguita nos sorprende recogiendo una botella del piso en plena canción. Hace un brindis que la audiencia apoya con gritos y aplausos y procede a tomarse un gran trago que no afecta para nada su grandiosa voz cuando continúa con la pieza. 

“Cuando tiene que doler, tiene que doler, pero cuando ya ha dolido es cuando puede sanar”, nos recuerda Olguita. 

 

 

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Llegó el aquelarre 

Bajo la luz azul entra la banda: Juan David Ávila en el bajo, Antony Arias en la batería, Loudwing Aldaír en los sintetizadores y Alelí Prada como vocalista. Llaman a Jessik Matus, la última invitada del chivo, a cantar “Incendio”. 

“[Es sobre] Los dolores que queman y pasan”, nos cuenta Jessik. “Nacerán los guarumos, crecerán nuevas cosas de ese incendio”. 

Cuando empieza a sonar la música se atraviesa un tono de llamada bien bailable, todos ríen y como los bosques luego de arder se atreven a volver a empezar. Con sus vocales Jessik y Alelí encienden el lugar. 

Se acerca el final y como en todo buen chivo no puede faltar la invitación para levantarse a bailar. Suena “Serpiente” dedicada “a las mujeres serpiente en el año de la serpiente” dice Alelí. El público se levanta y en medio de luces verdes todos se comienzan a mover. 

Ahora es momento de decir adiós. Para el gran cierre la cantante invita a Fiorella Hidalgo, Karol Barboza, Flora de Musa, Olguita Acuña y Génesis a unirse al espectáculo, después de todo ellas son las voces que ayudan a dar vida a la canción que da nombre al concierto. 

Comienza la pieza, todas las personas se acercan un par de pasos al escenario. El guitarrista se baila una cumbia y suenan aullidos desde la audiencia. Con solo dos semanas desde el lanzamiento ya muchos cantan y conocen la letra.  

Bajo la sombra de un gran árbol quienes asistieron se despiden de una noche llena de embrujos, pócimas, aquelarres y sobre todo pura brujería. 

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