Todos los perros pueden aprender pero la mayor responsabilidad de estos procesos la tienen sus dueños. Hay que buscar información, ser constantes y evitar humanizarlos.
Hay perros grandes, pequeños, gordos, largos, amigables, tímidos, gruñones… de todo tipo. Así como su apariencia es diferente, también su personalidad varía y esto influye muchas veces en su comportamiento.
La educación canina es un proceso en construcción y que puede iniciar en cualquier momento. Lo único que necesita es mucho compromiso y tiempo. El entrenador canino, Joshua León explica que muchas veces el mayor problema es que nosotros no entendemos a nuestros perros y nos centramos más en nuestras necesidades que en la de ellos.
Por eso lo primero que recomienda León es buscar información. En internet hay fuentes confiables que nos proveen datos de las características de los perros según raza o aspectos físicos. Así sabremos si les gusta socializar, si son muy enérgicos o si son aptos para compañía.
En relación con estos datos podemos empezar a construir una rutina con nuestras mascotas. “No es para encasillar, si no para tener una idea de las necesidades que le debo cubrir a mi mascota”, dice León.
Si son enérgicos, probablemente tengamos que sacarlos más o buscar cómo entretenerlos. Si socializar no es lo suyo, hay que respetar ese aspecto. Todo con el objetivo de que se sientan cómodos.
“Para poder construir una convivencia basada en el amor debemos entendernos mutuamente” – Joshua León, entrenador canino.
También es cuestión de personalidad
Oso es un perro raza French Poodle. Blanco, colochos, pelo suavecito y pequeño…tierno. Pero las apariencias engañan. Oso es un perro que no disfruta socializar con cualquier persona y que si lo acarician mucho, tiende a volverse agresivo.
Es muy importante que reconozcamos este tipo de aspectos de la personalidad de los perros. Así sabremos si nuestra mascota disfruta en realidad la actividad que yo estoy tratando que haga. Mientras Oso es agresivo, probablemente habrá otros casos en donde los perros se asustan o disfrutan estar con mucha gente. Como dice el dicho, cada perro es un mundo.
“Muchas veces no somos conscientes de la personalidad de ellos, ponemos nuestras necesidades primero y los exponemos a situaciones de estrés”, enfatiza León. Esas situaciones de estrés pueden desencadenar problemas de comportamiento o también accidentes que pudieron evitarse.
Aunque los perros son parte de nuestra familia y se merecen los mejores cuidados, hay que evitar llegar a la humanización. Humanizar también es una forma de violencia. “El perro piensa diferente a nosotros, cuando llenamos sus necesidades como si fueran humanos, terminamos yendo en contra de su naturaleza”, agrega León.
Cuando humanizamos a nuestra mascota le restamos importancia a las actividades que son más importantes para ellos. Esto podría causar confusiones, desórdenes y trastornos en los animales que a la larga podría crearnos problemas y atentar contra su calidad de vida.
Según León “al humanizar al perro terminamos bloqueando esa capacidad de aprender sobre ellos, sobre su lenguaje, sobre cómo nos comunican”.
Es una responsabilidad colectiva
“Tenemos que hacer una integración pero entendiendo que el amor y respeto debe estar basado en reglas y disciplina”- Joshua León, entrenador canino.
Melo es un perro inquieto. Si le dejan la basura a mano, la saca y se come todo. Cuando llega alguien a su casa lo recibe de una forma tan eufórica que a veces en su afán de demostrar amor, termina lastimando. ¿Qué hacer?
Primero paciencia. Luego identifiquemos el problema principal y empecemos a trabajar para corregirlo. La educación canina no es algo que se da de un día para otro. Este es un proceso que solo se logra con constancia y compromiso. “Todo proceso educativo es algo de por vida”, nos recuerda León.
León explica también que los problemas más comunes que normalmente nota tienen que ver con la ansiedad por separación (no se les enseñó a gestionar su independencia), la destrucción (si no se les dan actividades se ponen a destruir cosas), que no se les enseñó espacios dónde gestionar los tiempos de energía alta y la reactividad (perros que no pueden ver otro perro y otra persona porque van hacia ellos, ya sea por amistad o agresión).
Ante cada problema siempre hay una solución que se puede ir trabajando de manera progresiva. El primer paso es capacitarnos como dueños para después trabajar con nuestro perro.
Eso sí, tenga siempre en cuenta:
1. La educación canina debe ser respetuosa, amorosa y que escuche las necesidades del perro en su idioma.
2. Evite ideas radicales: entienda el perro, busque información equilibrada en donde se use lo mejor para ayudarle, pero sin caer en maltrato.
3. Eduque sin ansiedad, ni frustración
4. Utilice comandos sencillos. Ellos no entienden lo que decimos pero reconocen nuestro lenguaje corporal.
5. Entienda hasta dónde su perro va a dar. Sus capacidades dependen de su raza y su personalidad.
6. Si quiere educar a su mascota, tiene que invertir tiempo. Busque las formas más adecuadas para trabajar.
Y lo más importante, nunca es tarde para iniciar. Así como un cachorro puede aprender, también podrá hacerlo un perro adulto.
Les dejamos la entrevista completa del programa Saber Vivir.