Mujeres privadas de libertad: Desmitificando sus realidades

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La violencia, la falta de acceso a la educación y a la salud, los trabajos informales, el desempleo y la pobreza son factores comunes en la historia de vida de la mayoría de mujeres privadas de libertad del país.

En el capítulo titulado Algunas realidades de mujeres privadas de libertad, del podcast «Café Radioactivo»  se ha abierto un espacio de comunicación para visibilizar la historia de vida de mujeres privadas de libertad, para que todos y todas nos cuestionemos ¿qué factores sociales, culturales y económicos favorecen que una mujer cometa un delito?

“Es una población vulnerable por su condición de género y su condición socioeconómica”.

En el episodio del podcast participó Katherine Garita, trabajadora social del Ministerio de Justicia y Paz, quien labora actualmente con personas privadas de libertad del CAI Vilma Curling Rivera, única cárcel de mujeres del país. Garita asegura que “es una población vulnerable por su condición de género y su condición socioeconómica, muchas con historia de violencia desde la infancia”.

Es por ello, que desde 1985, la Dirección General de Adaptación Social ha buscado que la atención a mujeres privadas de libertad pase de un enfoque moral a un enfoque clínico progresivo, bajo el marco de los derechos humanos. Sin embargo, todavía existe un señalamiento mucho más crítico hacia las mujeres que cometen delitos, que hacia los hombres que también lo hacen, debido al rol que se espera que una mujer y madre cumpla dentro de la sociedad patriarcal.

Casi el 100% de mujeres de este Centro han estado en condiciones de extrema vulnerabilidad: pobreza, deserción escolar, desempleo, poco o ningún acceso a servicios de salud y violencia intrafamiliar, por lo que no sorprende que la mayoría de delitos estén relacionados con el negocio de las drogas, manera ilícita de mejorar la realidad socioeconómica de su familia.

Y es que muchas de estas mujeres son jefas de hogar y tienen a su cargo a menores de edad o a adultos mayores dependientes, por lo que al ser juzgadas e ingresadas al Centro, no solo se ve afectada la vida de esta persona sino toda la dinámica familiar. En muchos casos deben seguir dando apoyo emocional a sus familiares, e incluso económico, lo cual causa mucha preocupación y afectación en su salud mental.

Sobre el acceso a la salud dentro del Centro, se cuenta con una clínica donde se ofrece atención primaria con servicio de medicina general, enfermería, farmacia, odontología y psicología. En esta atención se toma en cuenta si la mujer está embarazada, en estado post-parto, en periodo de lactancia o en alguna otra condición particular; sin embargo, hay retos pendientes en cuanto a promoción y prevención de la salud, así como servicios y especialidades con las que aún no se cuentan pero que son fundamentales en la búsqueda de una atención integral.

La red de apoyo más importante para la mayoría de estas mujeres es la familia, así como la persona o institución que se hace cargo de sus hijos e hijas fuera del centro penal. Actualmente, el Centro cuenta con el módulo materno-infantil, el cual permite que las mujeres ejerzan su maternidad en la cárcel. Esto muchas veces es criticado por la sociedad, pero se debe aclarar que el infante dentro del Centro no está en condición de privacidad de libertad sino que se alega al derecho superior del niño o de la niña que es el derecho a crecer con su madre.

Estar en contacto con la familia, adquirir habilidades laborales y mantenerse dentro del sistema educativo son otras de las redes de apoyo que poseen estas mujeres y que se consideran factores protectores para ellas.