Las calles del centro de Turrialba parecían ríos este jueves. Desde las 7 a. m.de ese día y durante las siguientes 24 horas, cayó más lluvia de la que normalmente se registra en todo un mes. Fue un récord, informaron desde el Instituto Meteorológico Nacional (IMN).
Es cierto que llovió como casi nunca en Turrialba, sin embargo, la vulnerabilidad de esa ciudad ante las grandes inundaciones tiene que ver con mucho más que solo la cantidad de agua que cayó.
Factores naturales y humanos, que van desde la ubicación y forma de sus ríos, hasta la mala planificación del crecimiento urbano, son las principales razones de que, para algunas partes de este cantón, las lluvias sean una amenaza de inundaciones.
Interferencia de Radioemisoras UCR conversó con la investigadora de la Escuela Centroamericana de Geología (ECG) de la Universidad de Costa Rica (UCR), Elena Badilla, quien desde el 2002 realizó una investigación sobre las características de la ciudad de Turrialba. Su trabajo, “Evaluación de la amenaza y causas de inundación en la ciudad de Turrialba, Costa Rica”, analizó una inundación ocurrida en 1996, la más grande registrada hasta este jueves.
En primer lugar, Turrialba es una ciudad que se encuentra ubicada justo debajo de laderas montañosas muy empinadas que se forman desde el volcán Turrialba. Al llegar a la ciudad, que tiene una superficie mucho más plana, estas laderas presentan un cambio de pendiente muy fuerte, explicó Badilla.
“Eso hace que lleguen a la ciudad ríos bastante caudalosos, con una velocidad muy fuerte”, describió la investigadora. “Si no tienen suficiente campo, se desbordan”, añadió.
En específico son dos cuerpos de agua los que más influyen en las inundaciones en Turrialba: el río Colorado y la quebrada Gamboa. Ambos cuerpos de agua se ubican en plena ciudad turrialbeña, lo que hace que estén “estrangulados” por construcciones, apuntó Badilla.
“El río Colorado atraviesa el centro de la ciudad con construcciones en ambos márgenes, prácticamente sobre, o dentro del río. Atraviesa ahí por el lado del mercado. Incluso hay un momento en que pasa por un túnel, debajo de la parada de bus”, describió la geóloga.
A estas características geomorfológicas, se añaden las causas urbanas. El gran crecimiento urbano de los últimos años, sumado a malas políticas de planeamiento urbano y uso de la tierra, generan situaciones desfavorables para que los ríos sigan su cauce natural, según destacó.
Además de ese acorralamiento de las aguas, los desechos sólidos lanzados a los cauces ocasionan que el río Colorado busque “correr por donde pueda”, por esto llega a las calles, entrando a casas y locales de la zona.
“Cuando hay lluvias tan extraordinarias como las de ahora, se arrastra mucho material de las montañas, de las fincas de las laderas por donde baja el río Colorado; y todos estos troncos, árboles y basura en general, taquean los puentes y el río se desborda. Una vez que llega a las calles, le cuesta mucho volver a su cauce, precisamente porque está lleno de construcciones”, explicó la investigadora.
Algo no muy distinto ocurre con el río Turrialba, con la diferencia de que es un río mucho más grande y que por esto no se desborda con facilidad. Cuando la cantidad de agua que corre es mucha, su cauce se expande a los lados del río, carcomiendo el terreno y arrasando con las estructuras que están ahí construidas.
Precisamente esa fue una de las imágenes más impactantes que se vieron durante el jueves, cuando videos filmados por vecinos mostraron casas cayendo por las márgenes del río Turrialba.
“El río, para acomodar esa cantidad de agua, se hace más y más ancho, entonces empieza a comerse las orillas, y todo está construido. No llega hasta arriba a desbordarse, pero sí socava las casas por debajo, y se las lleva (…) Eso también daña puentes, porque falsea las bases de los puentes”, indicó Badilla.
Ya en el 2002, la investigadora mencionaba en su análisis que la precipitación necesaria para una inundación en Turrialba es de 100 mm en un día. Según datos del IMN, entre las 7 am del jueves y las 7 a. m. del viernes, se registraron acumulados de lluvia de 435,6 mm.
La situación de emergencia puede agravarse cuando las lluvias como las de las últimas horas arrastran sedimentos de construcciones que han cedido y agua lodosa, se saturan los sistemas de alcantarillado, lo que puede dañar una tubería u ocasionar que explote ante tanta presión, mencionó Badilla.
“Entre más sucio, más espeso, más lodoso sea (el cuerpo de agua), más dañino es. Porque es un torrente aún más fuerte. Entonces, eso tiene la fuerza para levantar objetos más pesados que si fuera agua nada más, aclaró Badilla.
A pesar de que la ciudadanía siempre debe estar preparada ante la emergencia de cualquier desastre natural, para la investigadora de la ECG, la prevención debe ir más allá de tener un kit de emergencias con ropa, comida y de poder evacuar a tiempo cuando se ve que el río está creciendo.
La clave, según la investigadora, está en “darle campo al río”. Esto se logra por medio de una buena planificación urbana, al velar por que exista un plan regulador de usos del suelo, que los permisos de construcción sean bien revisados y que se planifiquen los envíos de aguas servidas, negras y pluviales, como también recomienda la Comisión Nacional de Emergencias a la Municipalidad de Turrialba en el mapa de amenazas de este cantón.
Según Badilla, que los ríos amplíen su cauce es parte de un proceso natural, pero que se ve afectado por el aumento en las lluvias debido al cambio climático, al presentar aguaceros más intensos y de forma más repetitiva. Por esta razón es urgente liberar los alrededores de los cauces de los ríos, afirmó.