Vacunas contra COVID-19 no podrán modificar el ADN de las personas

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Sharon Cavallini
- doblecheck@ucr.ac.cr

En resumen: Es falso que potenciales vacunas contra la COVID-19 vayan a alterar el material genético de las personas. Esta falsedad se  divulgó en una cadena de mensajes en Whatsapp.

El mensaje advierte de que “por primera vez en la historia de la vacunación, las llamadas vacunas de ARNm de última generación intervienen directamente en el material genético del paciente y, por lo tanto, cambian el material genético individual, que representa la manipulación genética”. El mensaje añade sin fundamento que “a diferencia del daño causado por las vacunas anteriores, ahora será irreversible e irreparable”. La publicación se ha difundido al menos desde septiembre en Costa Rica.

La información se basa en algunos datos verdaderos para llegar a conclusiones falsas. Es cierto que las vacunas de tecnología ARNm son relativamente nuevas. También es correcto que hay varias candidatas para combatir la COVID-19 (ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2), y contra otros virus como el Zika. Sin embargo, es falso que estas puedan alterar el material genético de las personas.

Esas vacunas funcionan al producir proteínas del virus en las células del organismo. Imitan una infección natural, pero sin que se presente la enfermedad. Al ser ajenas al organismo, dichas proteínas son reconocidas por el sistema inmune y se generan defensas para combatirlas.

No hay fundamento biológico para decir que una vacuna de ARNm  causen modificaciones en la información genética del sujeto vacunado. Tampoco ocurren estas alteraciones con otro tipo de vacunas que contengan las proteínas virales o el microorganismo inactivado. Esto no ocurre de manera temporal ni transitoria.

Las posibles vacunas de tipo ARNm contra la COVID-19 aún están en distintas etapas de estudio clínico. Todavía no se han anunciado efectos secundarios identificados en esas pruebas.

La prueba de la candidata desarrollada por la Universidad de Oxford y la empresa AstraZeneca sí fue detenida a inicios de septiembre debido a que uno de los participantes del estudio desarrolló un efecto adverso llamado mielitis transversa. Sin embargo, esa vacuna no es de tecnología ARNm. El estudio clínico fue reanudado después de una revisión independiente en el Reino Unido.

¿Qué es el ARNm?

En nuestras células tenemos ácido ribonucleico (ARN). Este ácido se suele fabricar en el núcleo celular a partir de una secuencia de ADN. A este proceso se le llama transcripción. Los ARNm son un tipo de moléculas del ácido ribonucleico que se sintetizan durante la transcripción.

¿Para qué sirve el ARNm?

Las células necesitan formar proteínas. Estas proteínas están formadas por aminoácidos. ¿Cómo los obtiene? Ahí es donde entran los ARNm.

Los ARNm que se sintetizan en el núcleo salen hacia otra parte de las células: los ribosomas. Los ARNm se convierten en moldes para que los ribosomas incorporen aminoácidos en un orden específico para formar las diferentes proteínas que la célula necesita.

En corto, la célula usa las moléculas de ARNm como moldes para formar las proteínas específicas que necesita para su funcionamiento.

¿Qué pasa durante una infección?

Durante una infección viral, los virus entran a la célula y liberan ahí su material genético. Este material puede ser ADN o ARN (como es el caso del SARS-CoV-2). Su estrategia es utilizar la maquinaria de producción de proteínas de la célula que están infectando para que produzca las proteínas que forman el virus en lugar de producir las proteínas que necesita para su funcionamiento normal.

Los virus también usan los medios célula infectada para ensamblar copias de su material genético.  Una vez que las células infectadas han producido todos los componentes virales, dentro de la célula se pueden armar las nuevas partículas virales que posteriormente salen para infectar a otras.  Esto se llama ciclo de replicación viral.

¿Cómo funciona la vacunación?

La vacunación en general tiene como propósito generar una respuesta inmune protectora contra agentes que causan enfermedad antes de que se dé la infección.  Esto se hace al generar defensas antes de tener contacto con el agente infeccioso.

Las vacunas han cambiado a lo largo de la historia. A finales del siglo XVIII, Edward Jenner utilizó un virus procedente de las vacas para inducir protección contra la viruela en los seres humanos. En ese caso, se hizo vacunación con un agente infeccioso similar al que se quería prevenir (la viruela), pero no causa enfermedad grave en los humanos. En el siglo XIX, otros científicos como Louis Pasteur probaron la vacunación con los agentes infecciosos inactivados (muertos) o atenuados (vivos, pero con sus características alteradas, por lo que no causan enfermedad).

Las estrategias de vacunación avanzaron con el desarrollo de nuevas tecnologías. La ciencia empezó a usar los componentes específicos de los agentes infecciosos, normalmente proteínas.

¿Existen las vacunas ARNm?

Sí existen las vacunas de ARNm.

Recordemos que las moléculas de ARNm sirven como molde para la fabricación de proteínas.

A principios de la década de 1990, se demostró que al inyectar ARNm externo en tejido muscular se puede producir la proteína para la que ese ARNm sirve como molde. Desde entonces, se abrió la posibilidad de utilizar esta estrategia para expresar proteínas de los agentes infecciosos nocivos para el organismo.

El papel del ARNm en la vacuna es «fabricar» la proteína del virus en la célula del organismo, tal y como se haría en una infección natural, pero sin que se presente la enfermedad. Esto se logra porque se produce una proteína que está en la superficie del virus. El sistema inmune reconoce la proteína ante la «alerta», pero no hay riesgo de que ocurra la patología.

Al ser ajenas al organismo, esas proteínas serán reconocidas por el sistema inmune y se podrán generar defensas, pero con la ventaja de que no causan enfermedad al ser solamente un componente aislado del agente infeccioso.

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Captura de pantalla de mensaje difundido en Whatsapp con falsedades de las vacunas de tecnología ARNm.

¿Cómo se produce el ARNm para las vacunas?

El ARNm de las vacunas se suele producir in vitro en laboratorio.  Se usa una técnica de transcripción con la ARN polimerasa obtenida a partir de bacteriófagos (virus que infectan bacterias), a partir de un molde de ADN contenido en un plásmido (molécula circular de ADN, sintetizada químicamente).

Por ahora, no existen vacunas de ARNm aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para su uso en seres humanos.  Existe una vacuna de este tipo para el virus de Zika que concluyó su primera fase de ensayo clínico con 90 voluntarios sanos en julio de 2019. Los resultados de este análisis están pendientes de publicación.

¿Las vacunas pueden “cambiar el material genético”?

No.

La información genética de los organismos se almacena en el ADN. El ARN que se usa para estas vacunas no tiene la capacidad de cambiar de ninguna manera el ADN.

El ARN se produce a partir de ADN y no al revés. Esto solo podría suceder en casos especiales de ciertos virus que tienen una enzima llamada transcriptasa reversa. Esta no está presente en el coronavirus SARS-CoV-2, ni es común en los seres humanos. Por ello, el ARNm contenido en una vacuna de ese tipo no puede inducir modificaciones en el ADN del sujeto al que se le aplica.

No hay bases biológicas para decir que una vacuna de ARNm o de otro tipo causen modificaciones en la información genética del sujeto vacunado, ya sea de forma temporal o transitoria.

¿Existe una vacuna ARNm en prueba contra el COVID-19?

Sí. De hecho existen seis vacunas basadas en la tecnología de ARNm que se encuentran en estudios clínicos en este momento.  Cuatro se encuentran en fases I/II, una en fase II/III (BioNTech/Pfizer, multinacional) y una se encuentra en fase III (Moderna TX, Estados Unidos).  Además, hay al menos 25 vacunas de este tipo en fase exploratoria o preclínica.

Otras posibles vacunas emplean otras tecnologías distintas de las basadas en ARN.  Existen también estrategias basadas en ADN, ya sea dentro de vectores virales (descrito más adelante) o moléculas circulares de ADN “desnudo” que se pueden introducir por electroporación (estrategia libre de agujas). También hay enfoques más clásicos en los que se usa el SARS-CoV-2 inactivado o las proteínas virales purificadas para lograr la respuesta del sistema inmune.

¿Qué implican las fases de estudio clínico?

Hay varias etapas en los estudios clínicos para probar medicamentos, dispositivos, procedimientos y otras clases de intervenciones.  Inicialmente, se lleva a cabo una fase preclínica. En ella se hacen pruebas in vitro y/o en modelos animales.  Posteriormente, sigue la Fase I, que se realiza en un grupo pequeño de voluntarios (20-100 personas). Estos son generalmente sujetos sanos y que no pertenecen a ningún grupo vulnerable, y sirve para evaluar la seguridad.  También sirve para determinar la mejor forma de administración y la tolerancia.

La siguiente fase (Fase II) incluye un número mayor de personas (100-300). Suele hacerse de manera multicéntrica y su fin principal es determinar eficacia.

La Fase III es cuando se realiza el estudio más amplio de todos los aspectos, incluyendo eficacia, seguridad y efectos secundarios.  Se hace con varios grupos grandes de pacientes (100-3000). Dependiendo del diseño del estudio, se incluyen también grupos de control.  Esta es la fase previa a la aprobación para la entrada al mercado de un medicamento.  Finalmente, una vez que se obtiene el permiso y se da la comercialización, se realiza la Fase IV, que permite principalmente la detección de efectos secundarios muy poco frecuentes o que se presentan a largo plazo, entre otros aspectos.

El estudio de una vacuna fue detenido. ¿Era de ARNm?

El ensayo en fase III de la vacuna del consorcio entre la Universidad de Oxford y la empresa AstraZeneca fue detenido a inicios de septiembre. El problema surgió debido a que uno de los participantes del estudio desarrolló un efecto adverso grave llamado mielitis transversa según el sitio STAT. Sin embargo, esa vacuna no es de tecnología ARNm.

Los aspectos de seguridad de ese ensayo clínico fueron revisados por un comité independiente del Reino Unido y se decidió retomar el análisis.

La vacuna de Oxford/AstraZeneca es una vacuna en un vector viral.  Eso quiere decir que el ADN que codifica por la proteína de la espícula (S) del SARS-CoV-2 es introducido en un virus que puede infectar las células humanas pero sin causar enfermedad.  Al entrar a la célula, utiliza su maquinaria para producir la proteína del virus. También será reconocida por el sistema inmune una vez dentro del organismo.

La mielitis transversa es una inflamación de la médula espinal. Se caracteriza clínicamente como una disfunción motora y sensorial que produce debilidad en las extremidades, sensación de adormecimiento, dolor e incomodidad y problemas en la vejiga y los movimientos intestinales.  Su causa exacta es desconocida en la mayoría de los casos, pero se puede asociar con enfermedades autoinmunes o puede presentarse como complicación posinfecciosa de enfermedades virales y bacterianas.  La severidad del cuadro es variable.

La comunicación oficial del ensayo clínico dijo que no se referirá a detalles clínicos del caso por respeto a la privacidad del participante. Agregó que este tipo de eventos son comunes en este tipo de ensayos a gran escala.

No se sabe si el sujeto que presentó la complicación era parte del grupo vacunado o del grupo que recibió el placebo. Tampoco trascendió su evolución clínica.  Este efecto adverso en particular se ha reportado en asociación con otras vacunas contra agentes virales.

Ese cuadro se puede tratar con medicamentos antinflamatorios y terapias como el intercambio de plasma. También se puede usar tratamiento de soporte y alivio de síntomas, y terapia física para la recuperación.  La mayor parte de las personas con mielitis transversa se recupera al menos de forma parcial dentro de los primeros tres meses. Eso sí, la recuperación puede tardar hasta dos años. Algunos individuos tienen secuelas moderadas como problemas para caminar, debilidad y problemas en la sensibilidad nerviosa.

Nota del editor: Silvia Molina es Doctora en Microbiología e Inmunología de la Universidad de Bordeaux, Francia. Desde el 2008, es docente de la cátedra de Enfermedades Infecciosas y del departamento de Bioquímica de la Escuela de Medicina de la UCR. También es investigadora del programa de Epidemiología del Cáncer del Instituto de Investigaciones en Salud (INISA) de la UCR. Ella forma parte de un proyecto de colaboración entre la Escuela de Medicina de la UCR y Doble Check para verificar desinformación en materia de salud.

 

 

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