Campaña electoral aloja una disputa borrosa por el voto de izquierda y progresista

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Álvaro Murillo (Semanario Universidad, en colaboración para Interferencia)
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¿Es Frente Amplio la opción que aprovechará la dispersión del sector y la crisis del PAC? Eso no se descarta, pero tampoco es tan sencillo. La oferta en esas aguas es pequeña y la fragmentación podría jugar en contra.
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«Es un territorio en disputa, una población en orfandad política”, dice la diputada Paola Vega, que renunció en agosto al Partido Acción Ciudadana (PAC) en la crisis de la agrupación oficialista alrededor de las ideas progresistas y la representación que ejerce o no el gobierno actual.

Vega, actual diputada independiente, contestó así sobre las posibilidades que se ofrecen para atraer el voto de la población que se identifica como progresista y quienes se definen de izquierda, sectores que en distintos momentos han apoyado parcialmente al PAC y ahora dan señales de insatisfacción, ante la proximidad de las elecciones de febrero del 2022.

Frente a la concentración de candidaturas del lado derecho y conservador, menos candidatos pescan en las aguas progresistas y de izquierda, incluso estirando este término para ir más allá del concepto clásico de la izquierda como la fuerza obrera en la lucha de clases contra los dueños del capital.

“Es una lucha pequeña comparada con la enorme disputa en la oferta partidaria conservadora y neoliberal” señala el politólogo Rotsay Rosales, coordinador del Observatorio de la Política Nacional (OPNA) de la UCR, antes de advertir que la izquierda tradicional no es progresista en lo económico, aunque sí tiende al liberalismo social, a la inclusión y al pluralismo.

“Ahora esa izquierda tradicional o de viejo cuño la puede representar el Partido de los Trabajadores (con el candidato presidencial John Vega) y alguna expresión de Pueblo Unido, una izquierda muy marginal en volumen, poco significativo electoralmente. Y al día de hoy lo que también vemos como nuevas izquierdas son mezclas que defienden una alternativa a las fuerzas del mercado y que aglutinan fuerzas progresistas sociales. Esos son los partidos que se dicen de izquierda como Frente Amplio, pero que también suscribe otros principios que los acerca a movimientos sociales populares, como ser animalista, feminista y demócrata», explicó Rosales, quien ha estudiado al FA como “partido-movimiento”.

¿Es entonces el partido liderado por el candidato José María Villalta el llamado a recoger al electorado de izquierda y progresista? No tan rápido, responde el académico Rosales, al apuntar a la heterogeneidad del electorado a pesar de las coincidencias puntuales como el progresismo social, que está cruzado por el liberalismo económico, señala. No se trata de un rebaño que se mueve de un potrero a otro, sino de un grupo con una línea común y consideraciones diversas que hacen poco predecible el futuro inmediato.

“Si mi partido me decepcionó, me paso a otro cercano… no es tan así. La tendencia de este siglo es el desalineamiento partidario y electoral. Hay elementos subjetivos y que pueden hacer a las personas votar por una opción totalmente contraria. Hay progresismo neoliberal que no le va a atraer la propuesta de la izquierda. Un desempleado obrero puede apoyar perfectamente al libertarianismo por su experiencia personal o como reacción adversa al incumplimiento de promesas de campaña. También hay sindicatos del sector público que fueron tradicionalmente de izquierda y ahora no necesariamente van a votar así”, comentó Rosales.

Y no es que esté descartado que el FA con Villalta a la cabeza atraiga a un grupo grande de personas que han apoyado al PAC, es que asumirlo como algo automático sería un error. “Claro que intentarán jalar ese voto porque ningún partido tiene ahora una fuerza suficiente siquiera para pasar a segunda ronda, pero no se ve una estrategia para ello y puede ser que ya sea tarde”, agregó el politólogo ante la imposibilidad de que fuerzas de izquierda o progresistas se hubieran unido en coalición.

La norma ahora es más bien el desalineamiento y la fragmentación, por lo que puede ser peligroso pronosticar los movimientos de grupos grandes del electorado, por más “sentido de orfandad” que pueda existir en una parte de él ante la posibilidad de que el PAC no los convoque con la candidatura de Wélmer Ramos, una figura que mezcla estatismo y conservador en lo social, lo cual lo coloca fuera del espectro de la izquierda, señala Rosales.

“Es un electorado muy crítico y que está insatisfecho. Ha aprendido a ser crítico y no se va solamente por lo que digan los planes de gobiernos u ofertas comunicacionales. Ve más la persona (del candidato o candidata)”, comentó Paola Vega sobre el sector que se puede considerar progresista. Dijo que en frente tiene una oferta limitada, aún si se consideran agrupaciones que compiten solo por curules legislativas, como Vamos, en la provincia San José.

“Frente Amplio es talvez el llamado a llenar ese vacío. El PAC seguirá intentándolo a pesar de los resultados de estos dos gobiernos, quizás con algunas diputaciones de corte progresista. A veces uno ve asomos del PLN coqueteando por ahí, pero de manera ambigua. Poca gente se lo plantea estratégicamente”, agregó.

Añadió que la posibilidad de que el electorado se disperse hacia distintas agrupaciones y quede debilitado en posibles representaciones, dado que el sistema de elección de diputaciones establece una barrera mínima y tiende a favorecer a partidos más fuertes.

Margarita Salas, candidata a diputada por la agrupación Vamos, reconoció que ven en el paisaje la posibilidad de llamar el voto de personas que comulgan con ideas progresistas en lo social y en lo económico, pues no considera que vayan separados. «Son personas que se sienten insatisfechos por los partidos a los que han ayudado a llegar al poder».

«Sí hay un sector progresista que era cercano al PAC, aunque no eran sus bases, y que buscan cabida en partidos que ofrezcan una propuesta progresista. Por eso creamos este partido. Podría especular en que ahora se debaten entre el PAC o Frente Amplio o incluso PLN en algunas ocasiones, pero acá depende de las candidaturas que cada fuerza coloque», comentó Salas, quien fue comisionada para asuntos de la población LGBTI en el gobierno actual.

Salas es candidata en el primer lugar por San José con la agrupación Vamos. De solucionar contratiempos en la inscripción de candidaturas, debería obtener unos 25.000 votos josefinos, según sus cálculos. Eso implicaría triplicar la votación del 2018 y para ello sería necesario tener éxito en la atracción de votantes definidos como progresistas, aceptó.

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