Andrés Somarriba es un cantautor nicaragüense de 33 años quien lleva la música en la sangre. Desde su infancia, la guitarra se convirtió en su confidente, un instrumento que lo acompañó en la exploración de su pasión y que, con el paso del tiempo, se transformó en una poderosa herramienta de denuncia social.
Raíces y huellas de Somarriba
Desde que se encontraba en el vientre materno, la afinidad por el arte iba cautivando el corazón de Somarriba. La destreza artística es un legado de sus padres, quienes en los años 70 “eran parte del movimiento cultural que cantaba contra la dictadura de Somoza”—recuerda el artista. Siguiendo la creatividad latente en sus venas, comenzó a dar sus primeros pasos en la industria siendo muy joven.
Tal y como él mismo lo detalla: “a los 15 años hice mi primera canción y ya comencé mis procesos creativos y pues ya tengo creo que alrededor de unas ochenta, cien canciones”. Sin duda, las raíces de Andrés estaban programadas para resonar en el ámbito artístico. Sus letras germinaron en el seno familiar y hoy son una oportunidad para resistir y dejar huella.
Somarriba: navegar hacia la resistencia
Somarriba determina que el arte es el mejor escudo para lidiar contra la represión de las dictaduras en Nicaragua. A raíz de su experiencia, afirma que: “antes de agarrar un arma (…), agarro una guitarra y plasmo todo lo que siento en una hoja de papel y hago una canción y eso, por supuesto, que es un proceso súper sanador y súper necesario”. Frente a las injusticias vividas, componer sus canciones es una manera de evitar convertirse en aliado de la violencia para optar por navegar y resistir contra todo pronóstico.
Migración forzada: nuevos acordes de Somarriba
En Nicaragua, Somarriba fue integrante del grupo The Camels. Sin embargo, su postura crítica frente al sistema sociopolítico le cerró las puertas a las oportunidades en su país. El exilio forzoso se postró ante sus ojos como una etapa nueva: un modo de renacer artísticamente en otra tierra.
Una vez en Costa Rica, encontró un refugio en el Colectivo de Productores Audiovisuales y Artistas Latinoamericanos (COPAL), cuyos miembros son artistas nicaragüenses exiliados, quienes también buscan un espacio donde expresar su libertad creativa.
El álbum «Monarca» es un testimonio de resistencia y duelo por tener que abandonar la patria. Bajo tal premisa, “Monarca, los compositores, las y los artistas que estamos en este colectivo son mi familia, son mi familia de exilio”—expresa Somarriba. Sin embargo, el cantautor recalca la importancia de “no quedarnos enfrascados en eso”, haciendo referencia al exilio, debido a que dicha vivencia “nos ha ayudado bastante a consolidarnos más que como unas amistades, que hacíamos música, como familia”—menciona. En consecuencia, el destierro de artistas es una realidad que sacude el mundo, pero da paso al resurgimiento de voces y piezas artísticas de gran valor colectivo.
A pesar de la tristeza y los obstáculos, Somarriba continúa abrazando la guitarra. Su arte es un caleidoscopio de ritmos, una mezcla de rock, samba y elementos del folclore latinoamericano. Por una parte, la canción “Adonde vayas” tiene detrás una historia de lucha, muerte y exilio. Por otra parte, “De mis veinte”, que está próxima a ser relanzada, es “un rockcito con samba” que sirve de ejemplo para mostrar la originalidad del artista, quien juega “bastante con los ritmos y los sones folclóricos latinoamericanos”—según admite Somarriba.
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Andrés Somarriba, un artista que lleva la lucha social en su alma, sigue componiendo, grabando y presentando su música desde el exilio. En su país intentaron cortarle las alas sin percatarse de que navegaría con firmeza hasta hallar una tierra para sobrevolar con libertad, ahínco y conciencia. Su voz, llena de sentimiento, denuncia social y un ritmo contagioso, nos recuerda el valor de luchar por la justicia y la libertad, aún desde la distancia.
Podés saber más de la música de Andrés Somarriba, accediendo a su perfil de Instagram o bien, visitando su canal de YouTube.