El panorama de Guatemala está enfrentando una crisis democrática, con tensiones entre los poderes del Estado y caracterizada por la discusión de que las elecciones legítimas sólo se reconocen si los sectores apoyados por las élites ganan.
El 20 de agosto de este año el candidato del partido Movimiento Semilla, Bernardo Arévalo, ganó las elecciones en Guatemala en segunda vuelta electoral con el 60,91% de los votos válidos, provocando turbulencia en el mundo electoral y causando preocupación dentro del país.
El partido Semilla fue suspendido el mismo día que se oficializaron los resultados por una presunta falsificación de firmas. La Fiscalía, representada por Saúl Sánchez, señaló a Arévalo como posible responsable de delitos graves, incluyendo usurpación de forma agravada, depredación de bienes culturales y asociación ilícita. Acusaciones que plantean interrogantes sobre la integridad del proceso electoral en Guatemala.
Además, hay señalamientos al Ministerio Público, encabezado por Consuelo Porras, objeto de críticas a nivel nacional e internacional, ya que se le acusa de intentar intervenir en el producto de las votaciones y cambiar el resultado democrático. Ante esto, Arévalo ha denunciado a Porras, acusándola de liderar un “golpe de Estado», para impedir que él asuma la presidencia el 14 de enero de 2024.
Hay razones que se discuten sobre el porqué de las decisiones del Gobierno y la persecución hacia el partido Movimiento Semilla. Entre ellas se habla de lo enfático que ha sido el candidato electo en cuanto a temas de corrupción, además su linaje familiar también tiene un peso importante.
Rafael Cuevas Molina, profesor e investigador pensionado del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional, mencionó que Arévalo es hijo del expresidente Juan José Arévalo, uno de los dos primeros presidentes electos por decisión popular en el país, junto con Jacobo Árbenz, al cual se le dió un golpe de Estado en 1954.
Estos dos ex presidentes mencionados, ejercieron su presidencia en un momento de gran significado para Guatemala por su historia, al tener líderes con carácter más autoritario.
El escritor guatemalteco Luis Cardosa y Aragón, uno de los referentes culturales más importantes de Guatemala, le llama a este periodo: los 10 años de primavera en el país de la eterna tiranía.
Arévalo ha sido un académico, un funcionario internacional, como representante de Guatemala, como embajador, etcétera. Su bandera fundamental es la de volver a tener algún tipo de políticas sociales, sobre todo la lucha contra la corrupción. De esta forma, la postura ideológica de Arévalo fue objeto de desaprobación por parte de la élite económica.
“¿Por qué se persigue con tanta agudeza a estas dos personas y a este partido? Se les persigue porque una de sus banderas fundamentales es precisamente la lucha contra la corrupción”, Rafael Cuevas Molina, profesor e investigador pensionado del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional.
Sobre esta persecución, Cuevas abordó que desde el principio, se consideró que hubo manipulación en las elecciones. Esto llevó a la adopción de medidas ilegales, emitidas por jueces, como la violación de urnas electorales supervisadas por el Consejo Supremo Electoral. Además, hubo apertura de urnas y dispersión de documentos que generaron conflictos entre el Ministerio Público y los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, revelando un conflicto entre poderes.
Arévalo, quien ganó las elecciones con una propuesta progresista, se encuentra ante el desafío de gestionar las acusaciones en su contra y garantizar una transición a la presidencia que respete la voluntad democrática expresada en las urnas.
Guatemala enfrenta un período crucial en el que la estabilidad política y la confianza en las instituciones democráticas están en juego.
Puede ver la entrevista completa sobre este tema en el programa Desayunos de Radio Universidad: