En el 2022 Costa Rica otorgó la cifra más baja de bonos de vivienda con respecto al último quinquenio. En ese año, además, aumentó la cantidad de casas que requieren mejoras. Estas dos situaciones afectan especialmente a las familias de menos recursos.
Estos son hallazgos del estudio “Balance y Tendencias del Sector Vivienda 2022”, realizado por el Posgrado de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica (UCR), la Fundación Gestionando Hábitat y el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA).
El año pasado, se otorgaron apenas 8.369 bonos de vivienda, lo cual significa una disminución del 26,7% (3.059 unidades habitacionales) con respecto al 2021. Este dato contrasta con los 12.844 bonos que se otorgaron en el 2019, año en que más beneficios de este tipo se concedieron.
Fuente: Estudio Balance y Tendencias del Sector Vivienda 2022, con base en datos del Banhvi.
En entrevista con Interferencia de Radios UCR, Mónica Castillo Quesada, directora de Investigaciones y Estudios Técnicos del CFIA, indicó que los bonos son la única forma en que las familias de escasos recursos tienen posibilidad de acceder a vivienda propia. Añadió que la cifra de bonos otorgada en el año 2022 es baja en comparación con la cantidad de personas que requieren de este tipo de programas.
Con respecto a las viviendas que requieren mejoras, esa situación se mide por el déficit cualitativo de vivienda. El ingeniero Mainor Rodríguez Rojas, presidente de la Fundación Gestionando Hábitat, explicó a Interferencia que dicho indicador se compone de dos elementos: “primero es la cantidad de viviendas malas, o sea, viviendas que tienen -según el INEC- tres elementos en mal estado: techo, piso y paredes; y segundo son las viviendas regulares y buenas que están en condición de hacinamiento. Hay un estándar internacional que considera el hacinamiento después de tres personas por habitación”.
Ese déficit varía según el quintil de ingresos; es decir, las familias más pobres tienen más necesidades de mejoras en sus hogares con respecto a los hogares más ricos. El quintil I (con ingreso promedio de ₡218.126) tiene un faltante del 19,5%, es decir, 67.001 unidades habitacionales, mientras en el quintal v (con ingreso promedio de ₡2.515.509) el déficit es de apenas 1,6%, lo que equivale a 5.493 viviendas.
Por otro lado, desde una perspectiva general, en Costa Rica se requieren mejoras en 760.170 unidades habitacionales, esto equivale a 58.663 más que en el 2021. El país pasó de 560.000 viviendas en estado regular en el año 2021 a 618.000 en el 2022. Asimismo, actualmente hay 136.850 viviendas malas, lo cual representa un crecimiento leve con respecto al 2021. Por su parte, las viviendas buenas, pero hacinadas, fueron 4.638 para el 2022.
La directora de Investigaciones y Estudios Técnicos del CFIA explicó que este aumento en el número de casas que requieren mejoras se puede deber a que las familias en lo primero que dejan de pensar en una crisis económica es en la vivienda.
El presidente de la Fundación Gestionando Hábitat señaló que, ante esta situación, es importante implementar programas para mejorar las viviendas. Sin embargo, el principal obstáculo es que los bancos no tienen productos enfocados en mejorar las infraestructuras habitacionales y el bono para mejorar viviendas es muy poco utilizado, ya que, según Rodríguez, este tiene muy poca promoción y los requisitos son complejos.
“Más vale el código postal que el código genético”
Con la frase «más vale el código postal que el código genético», Rodríguez intentó evidenciar que la vivienda es un elemento esencial en el desarrollo de la salud de las personas.
El ingeniero resaltó datos del informe en los que se resalta que el 50% de las condiciones de salud de las personas depende del entorno donde se vive. Además, la diferencia en la expectativa de vida entre barrios de bajos ingresos frente a los de altos ingresos es de cinco años.
Rodríguez consideró que es tal el impacto de las viviendas en la salud de las personas que, a futuro, es importante que los estudios sobre este tema determinen cuánto se ahorra el país en gastos de salud gracias a las unidades habitacionales.
Rodríguez resaltó un estudio realizado en la Universidad de California en Berkeley y en la Universidad de Filadelfia, relacionados sobre los efectos de la vivienda en la salud: “en esos estudios se evidencia que hay una relación absoluta en la disminución de aspectos de la salud, como anemias, alergias o enfermedades respiratorias -en niños principalmente- y en salud mental de adultos. Hay un impacto muy importante en lo que es el estrés y la depresión. También, se incrementa entre el 37% y el 87% el desarrollo cognitivo de los niños cuando una familia tiene una vivienda adecuada”, indicó el ingeniero.
Puede repasar la entrevista completa en el siguiente enlace: