Violencia obstétrica: una injusticia normalizada

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María José Bonilla Madriz
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Si a usted no le explican por qué le realizan un procedimiento, le hablan con lenguaje técnico o no respetan la privacidad de su proceso de parto, está siendo sujeto de violencia obstétrica. No permitamos que estas prácticas se normalicen.  

Probablemente, la mayoría de las personas conocemos a una mujer que ha sufrido violencia obstétrica al momento de dar a luz. Esta problemática, a pesar de que representa una violación grave de los derechos humanos y reproductivos, está muy normalizada en nuestra sociedad. 

Cuando una mujer asiste a un centro hospitalario para que su embarazo y parto sean atendidos, se ve en una posición de vulnerabilidad. Experimenta dolor físico, sensibilidad emocional e incertidumbre hacia lo que viene. Este momento de vulnerabilidad favorece que el personal de salud que atiende a la mujer tome una posición de poder. 

La abogada Sofía Cordero, doctora en Derecho y profesora de la Universidad de Costa Rica, ha estudiado ampliamente este fenómeno social y explica que “existe una jerarquía, un poder del personal de salud sobre la maternidad y el sistema reproductivo. La mujer pierde la autonomía y la capacidad de decidir sobre su cuerpo y sobre el proceso al que será sometida”. 

Las manifestaciones de la violencia obstétrica son muchas y muy diversas. Si bien los procedimientos que realiza el personal médico tienen una base científica, muchas veces no se les explica a las mujeres la razón de administrarle un medicamento, de llevar a cabo un procedimiento sobre su cuerpo o de los efectos secundarios que pueda experimentar, o bien se le comunica por medio de un lenguaje técnico que la persona desconoce. Esta falta de comunicación es una de las principales manifestaciones de la violencia obstétrica. 

Otras de las manifestaciones que acusan las mujeres, incluyen la utilización de medicamentos y tecnología para acelerar el parto, la pérdida de privacidad, el estar expuestas a que múltiples personas utilicen su cuerpo con un fin académico sin su consentimiento, la violencia verbal con frases como “usted se metió en esto, ahora aguante” y la discriminación hacia las madres adolescentes, extranjeras e indígenas. 

Regulación a nivel político y legal 

En cuanto a la regulación de esta problemática a nivel internacional, en 1985 la Organización Mundial de la Salud (OMS) creó la Declaración de Fortaleza. Como parte de la misma, la OMS recomienda una serie de actitudes y posturas en lo que respecta a la atención prenatal, al parto y al postparto. 

En la Asamblea Legislativa de Costa Rica se han presentado dos intentos de crear política pública sobre este tema, por medio de la ley. Ambos han sido infructuosos. “Esto demuestra que no es un tema de interés, tal vez si todos los diputados fueran mujeres se crearía la norma”, comenta la abogada Cordero en el programa Consulta Legal, de la Radio 870 UCR. 

Si bien la Ley General de Salud de Costa Rica, en su artículo 12, enumera 8 derechos para las mujeres embarazadas, aún falta camino por recorrer en torno a la prevención de la violencia obstétrica.

En Latinoamérica se presentaron varios casos de violencia obstétrica que han sido elevados a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, después de que las afectadas agotaran todas las vías legales disponibles en su país, sin obtener justicia. 

Casos de violencia obstétrica en Latinoamérica 

Uno de estos casos ocurrió en La Paz, Bolivia, donde una mujer fue esterilizada después de su cesárea, sin que ella lo autorizara. Por su parte, en El Salvador, una mujer llamada “Manuela” asistió a un hospital para ser atendida por sufrir un aborto espontáneo y las autoridades consideraron que ella se provocó el aborto, por lo que fue condenada a 30 años de prisión por homicidio. 

Otro caso que se elevó a la Corte fue el de Balbina Francisca Rodríguez, una doctora cirujana de Venezuela que sufrió un sangrado abundante después de su cesárea. Ella estaba consciente de lo que ocurría, solicitó que le quitaran el útero quirúrgicamente para evitar los riesgos de la hemorragia y le fue negado. Unas horas después su sangrado empeoró, fue sometida a cuatro operaciones más y perdió el 50% de la funcionalidad de su cuerpo. 

El 57,7% de mujeres en edad reproductiva, que tuvieron un parto entre 2016 y 2018, manifestaron haber experimentado al menos un tipo de violencia obstétrica en Costa Rica. –Fondo de Población de Naciones Unidas, 2021.

En Perú, Eulogia Guzmán pretendía parir a su quinto hijo como lo había hecho con los anteriores: de cuclillas. Su cultura indígena le había enseñado que es la mejor forma de hacerlo, pero en este caso se le obligó a parir acostada. Mientras ella luchaba por dar a luz a su hijo, el niño cayó al suelo y sufrió una lesión cerebral, lo que le provocó muchas afectaciones y la muerte a los 12 años. 

Exigir un cambio 

Resulta necesario que las mujeres se unan y denuncien la violencia obstétrica, que es una violencia de género. Esta problemática existe en la sociedad desde hace muchos años, pero se ha normalizado de tal forma que las mujeres lo han interiorizado en su vida como si fuera algo “por lo que tienen que pasar”, lo que ha favorecido el establecimiento de estas prácticas injustas. 

Tengamos la valentía de exigir el cumplimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, esto requiere un trabajo en conjunto: entender que las mujeres no somos objetos bajo ninguna circunstancia, tampoco cuando estamos dando vida” – Sofía Cordero, doctora en Derecho. 

Puede conocer más sobre el tema escuchando este programa Consulta Legal, de la Radio 870 UCR. 

 

 

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