El aprendizaje lector no se debería forzar pero sí podemos incentivarlo. Saque ratos para jugar con las palabras y para leer en conjunto, esto a la larga hará que los niños y niñas se acerquen de una manera más relajada al proceso de lectoescritura.
La lectoescritura es una forma de construcción del significado, de elaboración del sentido del texto escrito que se lee o de la elaboración del sentido que se origina en el pensamiento que luego se plasma en el papel o se interpreta en la expresión oral.
Tanto la lectura como la escritura son aspectos esenciales para el aprendizaje. La vida escolar depende de un buen aprendizaje y de una buena adquisición de los procesos de lectura y escritura que están principalmente basados en el desarrollo del lenguaje oral.
Según la Dra. Pelusa Orellana García de la Universidad de los Andes, Chile, las personas desde edades tempranas están insertas en un contexto de oralidad, se comunican oralmente con su madre y padre y de ellos aprenden de forma natural el lenguaje oral. Este lenguaje es el que posteriormente permite, si está bien desarrollado, un mejor aprendizaje de la lectura y escritura cuando se ingresa al sistema escolar.
Costa Rica tiene una tasa de alfabetización del 97,86% posicionando al país en el número 46º en el ranking de tasa de alfabetización. – UNESCO
Orellana explica que, si bien la lectura y escritura están comúnmente asociadas con el ámbito escolar, también son un derecho fundamental de las personas para desarrollarse dentro de la sociedad. Son herramientas que nos permiten realizar las tareas de la vida cotidiana.
Eduquémonos en conjunto
No existe una edad específica para aprender a leer y escribir. No deberíamos forzar el aprendizaje lector y esperar que todos los niños y niñas aprendan a leer a una misma edad. Sin embargo, existen estrategias para estimular los procesos de lectoescritura de los niños. Orellana dice que la lectura nos hace más inteligentes, nos ayuda a reconocer y conectar conceptos y aprender.
La especialista recomienda estimular desde muy temprana edad los subprocesos lectores como la conciencia fonológica, que es la capacidad que tenemos los seres humanos de identificar y manipular los sonidos del habla. Por ejemplo, preguntar cuántas sílabas tiene determinada palabra o cuál es el sonido con el que empiezan las palabras, por ejemplo “mariposa” con el sonido “mm”.
Estas estrategias deben presentarse a través del juego, de esta forma no lo verán como algo aburrido y simplemente asociado al ámbito académico.
Otra forma de ayudar a los niños y niñas es estimular el lenguaje oral. Converse y permítales hablar con oraciones extendidas para que logren elaborar un discurso. Esto se consigue haciendo preguntas abiertas de manera que se fomente el pensamiento y exploren el lenguaje.
La lectura compartida, escucha de cuentos y otras actividades en conjunto son fundamentales, ya que fortalecen el lenguaje oral. Toda la riqueza oral de la tradición resulta útil en la formación de la lectoescritura en los niños.
Las canciones, los cuentos y las adivinanzas pueden ayudar a trabajar la rima, que es un concepto de la conciencia fonológica. Orellana enfatiza que esto no es enseñar formalmente pero sí ayuda a que estén mejor preparados cuando tengan que empezar este proceso.
La lectura es imitativa y es ahí donde tenemos el mismo rol de los docentes en el sentido de ser modelos lectores. Cuando un padre, madre o persona cuidadora se sientan a leer con niños y niñas su misión no es enseñar, es disfrutar la lectura y la conversación que se genera a partir de esta.
Esto enriquece a la persona, tanto de una manera cognitiva, ya que le otorga la oportunidad de expresarse, de conocer la estructura del texto y de conocer palabras nuevas; como de una manera afectiva, creando vínculo y apego.
Les compartimos la entrevista completa que se le realizó a la Dra Pelusa Orellana García en el programa Escuela para Padres y Madres.