Se estima que más de 70 millones de personas alrededor del mundo se ven afectadas por un trastorno alimentario, incluida la anorexia, la bulimia, el trastorno por atracón y otros trastornos de la ingestión de alimentos especificados.
Los trastornos de la conducta alimenticia suelen producirse y agravarse por la desinformación y la falta de educación que existe al respecto. En la encuesta actualidades realizada en 2017 en la Universidad de Costa Rica, se descubrió que un 46% de las personas encuestadas afirmaron estar de acuerdo con el enunciado de que los desórdenes alimenticios son pura vanidad, y un 38% afirmaron que quienes tienen un desorden alimenticio, fingen tenerlo solo para para llamar la atención.
Para María del Mar Chavarría PhD y coach de salud y bienestar entrevistada en Saber Vivir, es necesario desmentir estas nociones y mitos que existen alrededor de los desórdenes alimenticios, “nadie elige tener una situación de este carácter, no es voluntario”. Aunque la conducta tenga que ver con patrones de alimentación, la raíz es mucho más profunda, es una situación de salud mental, y que refiere a un problema de salud pública.
María del Mar menciona que los trastornos de la conducta alimenticia se pueden abordar en términos de prevención simplemente iniciando las conversaciones, porque el problema siempre ha sido la falta de información, y la gran cantidad de mitos que existen alrededor de lo que es vivir con esta situación o conocer a alguien en esta condición.
“Los desórdenes de la alimentación crecen en situaciones de silencio”, para la persona que está viviendo estos procesos siempre existe la necesidad de ocultar y seguir su vida con normalidad, por lo tanto, si quitamos este velo del silencio y empezamos a abrir la comunicación, abre una posibilidad enorme a que la persona que está atravesando esta condición sienta que hay espacio para solucionarlo.
Cuerpos pequeños
Socialmente se ha inculcado el hecho de que hay que ocupar poco espacio, física y verbalmente, y esto se da, porque se tiende a asociar el valor personal a la cantidad de espacio que se ocupa. El causante de esta noción, según Chavarría, continua siendo la inexistencia de sensibilización o educación con respecto a los cuerpos como lugares de experiencia de la vida, “se sigue viendo el cuerpo de la mujer, por ejemplo, como decorativo, y no como el vehículo con el que se experimenta la vida, que es de lo que realmente se trata”.
Con respecto a las redes sociales, múltiples estudios apoyan la idean que su uso problemático pueden conducir no sólo a trastornos de la conducta alimentaria, sino también a muchos otros problemas psicológicos y fisiológicos. Chavarría menciona algunos consejos para “sobrevivir” a las redes sociales de hoy en día:
“Lo principal es recordarnos que lo que pasa en redes sociales no es real, todo el mundo escoge compartir lo que apoya a la historia que quiere contar, y la mayoría de las personas suelen contar solo la parte bonita de la historia. También se debe ser selectivo, si me doy cuenta que sigo páginas que me hacen sentir terrible, es momento de dejar de seguirlas, desconectarme un rato, o buscar material que me haga sentir mejor”.
Chavarría incentiva a eliminar ciertos mitos acerca de los trastornos de la conducta alimenticia, por ejemplo dejar de pensar que estos son temas superficiales o pasajeros, solo porque a veces aparezcan en edades tempranas no significa que sean un problema de la adolescencia, “no significa que esto es transitorio o que a todos nos va a pasar. Es necesario dejar estas concepciones, y aprender a ver nuestros cuerpos de una manera más positiva”.
Poder entender que mi valor como persona trasciende el cómo me veo, y que el cuerpo no es un asunto decorativo, sino debe ser apreciado por todo lo que nos permite hacer, y experimentar nos puede ayudar a mejorar nuestra calidad de vida física y emocional.