Ciudad y Marina: el contrastante arte de Roxana Salazar Bonilla

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Maria José Bonilla
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Ciudad y Marina se caracteriza por el llamativo contraste entre el día y la noche, el ruido y el silencio, lo recargado y lo relajante, la vida y la muerte, la atmósfera marina y la ciudad; aspectos antagónicos que la artista busca resaltar en su propuesta. “A la hora de crear Ciudad y Marina, me he sentido vinculada con los ambientes tan diferentes pero al mismo tiempo tan familiares, como lo son el mar y la ciudad” comenta Roxana Salazar a Radio Universidad, sobre su reciente muestra  de 26 obras que se exhibe en la Galería Virtual de Consejo Universitario.

 

Roxana Salazar Bonilla realizó sus estudios de Artes Plásticas en la Universidad de Costa Rica (UCR) y se desempeñó como docente por más de 30 años en esta casa de estudios. En la Sede Regional de Occidente de la UCR fue coordinadora de Vida Estudiantil, directora del Departamento de Filosofía, Artes y Letras, directora del Museo de la UCR de San Ramón y directora de la Sede; además realizó y supervisó diversas obras muralísticas en este cantón y en San José con el proyecto artístico Poemas Gráficos.

A lo largo de su carrera ha participado de exposiciones individuales y colectivas en importantes espacios como la Facultad de Bellas Artes de la UCR, la Galería TALENTUM, la Galería Joaquín García Monge, la Universidad Autónoma de Centro América y el Centro Cultural José Figueres Ferrer en San Ramón de Alajuela. En el ámbito internacional ha realizado pasantías e impartido cursos de pintura en Canadá, Cuba, Argentina, España, Francia e Italia.

Ciudad y Marina | Presentación de Roxana Salazar Bonilla

Articuladas por un muelle de pensamientos que nos refieren a la máxima expresión de lo recargado, ostentoso y bullicioso, o a lo silencioso, horizontal y relajante, así son la ciudad y el mar; dos lugares que inquietan a cualquiera, que asombran o sobrecogen, que tienen carácter para envolvernos en un cúmulo de sensaciones necesarias para avivar nuestro espíritu y las cuales he querido plasmar en estas pinturas, realizadas en diferentes circunstancias –buenas y no tan buenas– con una visualización del amplio espectro de situaciones en la ciudad caótica donde vivo y en la playa, lugar lejano y ajeno a la vez.

Nos encontramos, entonces, ante una dicotomía: ciudad y marina, pues provoca irritación al contemplar ambos espacios por su ambigüedad, uno representado en un paisaje nocturno citadino y el otro con un resplandeciente cielo veraniego a la orilla del mar. El día y la noche se entrelazan tan naturalmente que la contradicción entre ambos toma la apariencia de realidad.

Con la particular afirmación de un cuadro, el espectador se preguntará: “¿Por qué la realidad es así y no de otra manera?”, “¿por qué el discurso pictórico se va formando como un espectro, cuya luz es precursora de un suceso inesperado donde todo está, al contrario, donde todo es bullicioso y a su vez misterioso? Ambos lugares están suspendidos y a la espera de qué pasará.

Entonces, ¿qué nos está designando el diálogo en relación con estos dos espacios?

No se trata de algo ligado a una temática. Misteriosamente, subraya una común estructuración: una luz central muy tenue y la confluencia del día y la noche en el mismo cuadro, que provocan una gran incertidumbre.

Antagónicamente, el otro elemento que actúa como nexo entre ambos discursos es la oscuridad, representada con colores verdes, azules y negros, que connota la muerte, la desesperanza de miles de seres vivos que habitan en los océanos.

Ciudad y marina se convierten en una relación especulativa y de antagonismo, incrementada por el «siempre» que confiere la constancia temporal, la duración inquebrantable en la que todos están vivos o muertos. En la pintura, por tanto, la contrariedad se crea en la divergencia: claridad /oscuridad, vida / muerte.

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