En resumen: No existe ninguna evidencia para afirmar que alguna de las vacunas contra la COVID-19 contenga sustancias que magneticen el brazo de quien las recibe.
Una versión de esta farsa fue divulgada recientemente en Costa Rica por una médica antivacunas de apellido Campos. Ella es médica general según el registro del Colegio de Médicos y ejerce en consulta privada. Campos ha mantenido un flujo copioso de desinformación en su página de Facebook durante la campaña de vacunación contra la COVID-19.
La lista de ingredientes de las vacunas que se aplican en Costa Rica es información pública. Ninguna de estas sustancias tiene propiedades magnéticas. Múltiples especialistas en tecnologías médicas contactados por varios medios han subrayado la imposibilidad de generar, por medio de una vacuna, el efecto denunciado en redes sociales. Así lo confirmaron también una experta en farmacia y un experto en nanotecnología ante consultas de Doble Check.
Las vacunas aplicadas en Costa Rica han confirmado su efectividad para contener la infección de la COVID-19. Las autoridades de salud nacionales e internacionales han destacado que los beneficios de la vacuna sobrepasan ampliamente los efectos secundarios, cuyos casos graves son muy raros.
Cómo surgió la desinformación
Una médica de apellido Campos publicó un video en Facebook el pasado 22 de mayo para pedir a su audiencia que no se vacunara. La médica anunció que hizo un supuesto experimento en el brazo de un paciente vacunado: acercó unas llaves y estas supuestamente se le “pegaron”. El “experimento” está registrado en un video que Campos publicó posteriormente ese mismo día.
“Esa cantidad de metales que pueda tener la vacuna no sé qué consecuencias podría tener a mediado o largo plazo”, dice en el video. La médica no presenta mayores evidencias.
La denuncia es un refrito de farsas similares publicadas en redes sociales. La mentira afirma que la vacuna provoca algún tipo de magnetismo en la persona que la recibe. Algunas publicaciones vinculan el fenómeno con la inoculación de un supuesto microchip en el organismo.
Este engaño ha sido desmentido ampliamente por muchas iniciativas de verificación de informaciones como Maldita.es y Chequeado en español; o AFP, Snopes, FactCheck.org, AAP o Namibia Fact Check, por solo nombrar algunos medios en inglés.
Doble Check se comunicó con Campos para conocer el fundamento de su denuncia. Después de un contacto inicial, no respondió más.
Las vacunas contra la COVID-19 no contienen metales ferromagnéticos
La vacuna cuestionada en el video de Campos es la de AstraZeneca. El principal componente en ella es un vector viral que causa una respuesta inmune y “le enseña” al cuerpo a defenderse del coronavirus. Además de este “ingrediente” la vacuna necesita de otras sustancias para ayudar a ese componente principal a conservarse y llegar adecuadamente al cuerpo.
Milania Rocha, jerarca del Centro Nacional de Información de Medicamentos (CIMED) de la UCR, confirmó a Doble Check que los ingredientes de la vacuna de AstraZeneca son:
- emulsificante para poder combinar los componentes a base de agua y de grasas (polisorbato 80),
- preservantes para reducir las posibilidades de contaminación durante la producción o en el vial (edetato disódico y etanol),
- aminoácidos para ayudar a activar el agente activo de la vacuna (L-Histidina e hidrocloruro de L-histidina monohidrato),
- azúcar para ayudar a que las moléculas mantengan su estructura (sacarosa), y
- sales para balancear la acidez de la vacuna y que el organismo la reciba mejor (cloruro de sodio y cloruro de magnesio hexahidratado).
Entre los ingredientes no hay ningún metal ferromagnético, que son las sustancias que pueden crear un campo magnético.
Tanto la composición de la vacuna de Pfizer/BioNTech como la de AstraZeneca es información pública.
Magnetismo tras vacunas es ciencia ficción
Los videos de denuncia antivacunas quieren convencer sobre un supuesto campo magnético lo suficientemente fuerte como para que un objeto ferrometálico resista la fuerza de gravedad. Es decir, los objetos se adhieren al cuerpo y no se caen.
Sería necesario tener un implante ferrometálico apenas bajo la piel de tamaño considerable para lograr este efecto. Una vacuna no podría implantar un objeto lo suficientemente grande, por lo que la aseveración es absurda.
Doble Check conversó con el físico Arturo Ramírez, físico de la Escuela de Física de la UCR e investigador del Centro de Investigación en Ciencia e Ingeniería de Materiales (Cicima). Ramírez expresó que para crear lo que habitualmente conocemos como un imán se necesitan aleaciones de hierro, cobalto y níquel.
Ramírez explicó que es posible crear un ferrofluído: es decir, un líquido que contenga microparticulas imantadas. Eso sí, el científico apunta que este líquido sería sumamente oscuro a simple vista. El líquido en el vial de las vacunas es transparente, por lo que no es posible que haya un hipotético ferrometal en ellas. ¿Por qué? El efecto magnético sería imperceptible si se diluyera el líquido hasta hacerlo transparente.
Además, el físico advirtió sobre la toxicidad del ferrofluido: «Sería sumamente nocivo, y envenenaría las células de forma violenta».
Ramírez advirtió, además, que para que un imán tenga el efecto denunciado en los videos tendría que estar apenas por debajo de la piel. Las vacunas contra la COVID-19 son intramusculares. Es decir, se ponen a una profundidad en el brazo desde la cual no sería perceptible ningún campo magnético.
Varios sitios de verificación de informaciones han conjeturado que el supuesto magnetismo es un viejo truco que ha sido puesto al servicio de la desinformación. Los aceites del cuerpo u otras sustancias ayudan a que materiales con superficies planas se adhieran a la piel. Todos los videos de denuncia han sido caseros, y en ningún caso ha habido respuesta de los autores cuando se les ha solicitado mayor información por parte de sitios de verificación de informaciones.
La médica Campos presenta un video similar, pero aun menos convincente. La médica muestra unas llaves que mueve sobre un brazo supuestamente vacunado. Campos afirma que hay atracción, pero en el video no parece ocurrir nada fuera de lo común.
Denuncias ante el Colegio de Médicos
Campos ejerce la medicina domiciliar. El 24 de mayo trascendió que hay tres denuncias contra ella ante el Colegio de Médicos. Una de ellas fue interpuesta por Priscilla Balmaceda, directora del Hospital San Vicente de Paúl, en Heredia.
Esta denuncia fue provocada específicamente por el video en el que Campos pide a las personas no vacunarse, justo en las afueras del hospital herediano.
La médica es muy activa en Facebook. Varias plataformas de desinformación replican sus denuncias, las cuales van más allá de la farsa del magnetismo. La médica también se ha manifestado en contra del uso de las mascarillas, ha afirmado sin fundamento que las vacunas son una “terapia génica”, y ha dicho que las personas vacunadas se podrían exponer a sufrir “COVID grave” en lugar de protegerse.
Ninguna de sus denuncias tiene sustento. Se ha comprobado que las vacunas reducen el riesgo de infección pero, sobre todo, reducen la probabilidad de infección grave y muerte.
Costa Rica aplica las vacunas de Pfizer/BioNTech y la de AstraZeneca/Universidad de Oxford. Las autoridades sanitarias han reconocido que la vacuna de AstraZeneca podría producir extraños coágulos de sangre en casos muy atípicos. Hay unanimidad entre las instituciones nacionales y extranjeras en que los beneficios de la vacunación sobrepasan, por mucho, los riesgos.
Nota del editor: Una versión anterior de esta nota afirmaba que Arturo Ramírez era director del Cicima, cuando en realidad es su exdirector. El físico sigue siendo investigador de este centro. El actual director del Cicima es Esteban Avendaño.