La democracia en Costa Rica es resistente, a pesar de las dificultades económicas, la efervescencia social y política y hasta las teorías de conspiración, según muestra la más reciente encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Para monitorear la “reserva democrática” en el contexto de la pandemia de COVID-19, el CIEP analiza dos componentes: el apoyo a la democracia y la tolerancia política.
En abril el apoyo a la democracia era de 76 puntos (sobre 100) y en agosto regresó a su valor habitual de 65 puntos. Para noviembre se mantuvo en 63.
El segundo componente es el de tolerancia política, cuya medición se ha mantenido regular: 55 en abril y 58 en noviembre.
El grupo de investigadores aplicaron métodos considerados “pruebas de estrés” para conocer si la democracia costarricense está en peligro.
“A modo imaginario, es como meter a la democracia en una unidad de cuidados intensivos y
someterla a pruebas extremas, con el fin de saber si las soporta y sigue con vida o, si
un escenario de alto riesgo tiene el potencial de acabar con ella”, se explica en el informe.
Uno de los métodos es realizar perfiles ciudadanos según su apoyo a la democracia y tolerancia política. La clasificación empleada incluye:
-Demócratas liberales, que podrían considerarse “demócratas perfectos”, pues tienen los niveles más altos de tolerancia y de apoyo al sistema. Estos son una mayoría de 21%.
-Autoritario, con bajo apoyo al sistema y baja tolerancia. Este grupo representa apenas un 1%.
-Ambivalente: son los demócratas a medias, con opiniones ambiguas o contradictorias, que constituyen 17%
En el medio de ambivalentes y demócratas liberales hay demócratas semiliberales y liberales semidemócratas, con porcentajes de 19% y 15%.
El estudio encontró que dos de los grupos que tienen actitudes más afines a la democracia, los demócratas liberales y demócratas semiliberales aumentaron “considerablemente” en comparación con los registros de las últimas dos décadas. Son personas que “respaldan fuertemente a las autoridades de gobierno (sin importar el partido al mando) y tolerantes (al menos medianamente) de las diferencias sociales”.
Al mismo tiempo, se redujo el grupo de demócratas a medias y se desplazó hacia el eje de mayor democracia, mientras que el grupo de autoritarios no mostró cambios relevantes, señala el informe.
“La combinación de estos resultados, representa, sin duda, un panorama muy favorable para la democracia costarricense en un momento crítico. Es decir, a pesar de que la pandemia ha tenido secuelas políticas, la democracia costarricense se sostiene. Incluso, desde la perspectiva de estos perfiles, la situación a noviembre del 2020 es mejor que la reportada previo a la pandemia”, añade el informe.
El CIEP también realizó pruebas sobre creencia en teorías de conspiración y disposición a participar en acciones como bloqueos, huelgas y protestas relacionadas indirectamente con las teorías de conspiración, para conocer si entre menor apoyo a la democracia las personas son más dadas a creer en esas ideas y a participar en esos actos. En el contexto de la pandemia algunos grupos divulgaban ideas falsas como que la enfermedad no existe.
El resultado del análisis fue que el índice de apoyo a las teorías de conspiración entre los demócratas liberales y los ambivalentes “son casi idénticas”, pues los primeros tienen un promedio de 41 y los segundos de 46, en una escala de 0 a 100. Entre más apoyo a la democracia, menos respaldo a ideas conspirativas.
Sobre el “respaldo a acciones como los bloqueos de carreteras, la organización de una huelga general para paralizar el país o una medida radical y antidemocrática, como sería la separación del presidente de su puesto, no es distinto entre los demócratas liberales y los ambivalentes. De hecho, el promedio entre los primeros es de 45 puntos y el de los segundos 47, en la escala 0-100”, encontró el grupo investigador.
Se concluyó que “por sí solas, las teorías de conspiración (o su formulación) así como el planteamiento de ciertas acciones políticas no son suficientes para lesionar a la democracia costarricense, pues el apoyo al sistema amortigua sus efectos”.