¿Se está haciendo un buen trabajo con las aguas residuales en Costa Rica?

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Ian Aguilar Solano
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Si bien Costa Rica se ha destacado en América Latina por su cobertura en el abastecimiento de agua potable, en materia de saneamiento aún tiene una deuda pendiente. El agua es el recurso más importante para la vida humana, sin embargo, si no es tratada y protegida en todas sus formas, por esta razón las aguas residuales pueden convertirse en una amenaza tanto para el ambiente como para la salud humana.

Es por esto que en el programa Desayunos de Radio Universidad, los conductores José Carlos Chinchilla, Maite Capra y Roberto Pineda conversaron con Erick Centeno Mora, coordinador del Laboratorio de Ingeniería Ambiental e investigador de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Costa Rica, para profundizar en los retos del tratamiento de aguas residuales en el país y conocer el proyecto “Tratamiento anaeróbico de las aguas residuales ordinarias: Caracterización y recuperación de subproductos valorizables (agua, energía, nutrientes)”, una iniciativa que plantea un cambio de paradigma sobre cómo nos relacionamos con este tipo de aguas.

Un tema urgente que sigue en segundo plano

Las aguas residuales son aquellas que han sido utilizadas por actividades humanas (el lavado, el baño o los procesos industriales) y que contienen contaminantes físicos, químicos o biológicos. Aunque son desechadas, aún tienen un gran potencial si se tratan de forma adecuada. En Costa Rica, sin embargo, este tipo de aguas sigue sin recibir la atención que merece.

Uno de los grandes desafíos señalados por el investigador es que en el país el enfoque sobre el agua ha estado tradicionalmente centrado en su potabilización, dejando de lado el tema del saneamiento. “Uno de los grandes fallos que hemos tenido en el país es la falta de una gestión adecuada del recurso hídrico, lo que provoca que el agua sin tratar termine contaminando nuestras fuentes de consumo”, explicó.

Para Centeno, no se pueden separar ambas perspectivas: “No puedo pensar en dar agua potable a una comunidad sin analizar también qué voy a hacer con sus aguas residuales”, afirmó. Y es que la mala gestión de estas aguas no solo genera contaminación ambiental, sino que también compromete la seguridad hídrica del país.

El proyecto desarrollado por la Escuela de Ingeniería Civil de la UCR busca precisamente cambiar esta lógica mediante el tratamiento anaeróbico, un proceso biológico en el que microorganismos degradan la materia orgánica presente en las aguas residuales en ausencia de oxígeno. Esta técnica permite reducir la carga contaminante del agua y recuperar subproductos valiosos como biogás (una fuente de energía renovable), agua tratada y lodos que, tras un proceso de higienización adecuado, pueden utilizarse como fertilizantes.

A diferencia de otros sistemas más costosos o complejos, este tratamiento puede adaptarse a distintos contextos, incluso en pequeña escala, y se caracteriza por ser tecnológicamente viable, de bajo mantenimiento y con múltiples beneficios ambientales y económicos. “Hay un nuevo paradigma: no se trata solo de devolver el agua tratada al ambiente, sino de recuperar y valorizar los compuestos presentes en las aguas residuales”, sostuvo Centeno.

Educación, participación y voluntad política

Uno de los pilares que se destacó durante la conversación fue la importancia de la educación y el trabajo colectivo. Para cambiar la forma en que las personas perciben las aguas residuales, es necesario superar mitos, fomentar la participación ciudadana y empoderar a quienes toman decisiones en los distintos niveles de la administración pública.

“Es un trabajo arduo, amplio. Son varios niveles y es un tema de educación, de capacitación. […] No solamente la parte técnica ingenieril. Hemos visto que también una parte muy importante son las personas tomadoras de decisiones”, señaló el especialista. Y es que muchas veces quienes lideran instituciones como municipalidades o la Asociación Administradora de Sistemas de Acueductos y Alcantarillados Comunales (ASADAS) no conocen que existen alternativas tecnológicas viables para el tratamiento de aguas, lo cual frena los procesos de cambio.

La necesidad de crear proyectos demostrativos que sirvan como referencia para otras comunidades es urgente. Países como Australia ya han demostrado que el cambio es posible cuando existe voluntad y normativas claras que respaldan el uso racional y el reúso del agua. En ese contexto, se ha valorado el recurso hídrico en múltiples formas, como por ejemplo el aprovechamiento del agua del lavamanos para alimentar el tanque del inodoro.

Además, iniciativas como la instalación de biofiltros en viviendas, centros educativos o espacios comunitarios podrían tener un gran impacto si se promueven desde políticas públicas coordinadas entre universidades, Estado y sociedad civil.

Hablar de aguas residuales es hablar de justicia ambiental, de salud pública, de economía circular y, sobre todo, de futuro. Costa Rica no puede seguir dándole la espalda a sus ríos ni posponiendo la gestión integral del agua.

En un país con abundante recurso hídrico como Costa Rica la planificación, educación, equidad y compromiso son clave. El reto ya no es solo tratar lo que desechamos, sino transformar lo que desechamos en una oportunidad para vivir mejor.

Para acceder a la entrevista completa, acceda al siguiente enlace:

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