Editora Web: Mariana Rivera Ramírez.
La crisis humanitaria actual en Gaza, es el resultado de un proceso histórico muy complejo que se remonta a cientos de años atrás. Este conflicto ha sido marcado por ciclos de violencia y tensiones recurrentes.
El conflicto en Gaza tiene causas subyacentes como disputas territoriales, la situación de los refugiados palestinos, las diferencias religiosas, la construcción de asentamientos israelíes en territorios ocupados, entre otros. Sin embargo, la crisis se rencrudeció con los continuos actos de violencia en contra de los civiles sin poder político o militar.
Según La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA), hasta el 10 de noviembre, más de 11.078 personas han sido asesinadas en la franja de Gaza desde el 7 de octubre, donde 4.506 corresponden a niños y niñas.
Asimismo, más de 27.490 personas han resultado heridas; alrededor de 2.700 personas más, entre ellas 1.500 niños y niñas, están desaparecidas y pueden estar muertas o atrapadas bajo los escombros, esperando ser rescatadas o recuperadas. Y alrededor de 1.200 israelíes y extranjeros han sido asesinados en Israel. La gran mayoría el 7 de octubre.
Lo anterior evidencia la gravedad y la urgencia de abordar la crisis humanitaria en la región. Esta urgencia es compartida por Craig Mokhiber, alto funcionario de la ONU, el cual decidió apartarse de su rol y entre su carta de renuncia menciona:
“Es un caso de genocidio de libro de texto: el proyecto colonial europeo, etnonacionalista y de colonos en Palestina ha entrado en su fase final, hacia la destrucción acelerada de los últimos restos de vida palestina indígena en Palestina…» Craig Mokhiber, ahora ex funcionario de la ONU.
Y denuncia: «Es más, los gobiernos de Estados Unidos, el Reino Unido y gran parte de Europa son totalmente cómplices de este horrible asalto. Estos gobiernos no sólo se niegan a cumplir sus obligaciones de «garantizar el respeto» de los Convenios de Ginebra, sino que, de hecho, están armando activamente el asalto, proporcionando apoyo económico y de inteligencia, y dando cobertura política y diplomática a las atrocidades de Israel».
Ocupación e irrespeto de acuerdos internacionales
Jorge Barrientos, profesor e investigador de historia contemporáneo de la UCR,menciona uno de los muchos antecedentes del conflicto: la partición del territorio palestino tras la Segunda Guerra Mundial. La partición resultó en una mayor parte para el nuevo estado nacional israelí, a pesar de que la población palestina era más del doble que la de Israel en ese momento.
Además, la guerra de los seis días en 1967 permitió la ocupación de territorios por parte de las fuerzas israelíes, que marcó el inicio de políticas de ocupación y discriminación, generando una expansión que va más allá de las fronteras establecidas por el derecho y los acuerdos internacionales.
El acuerdo de Oslo solo se quedó en el imaginario internacional como un encuentro de paz entre las partes, pero la realidad es que no existe un acuerdo de paz duradero y esto ha contribuido a la persistencia de estas hostilidades. Al respecto, muchos entes internacionales de gran magnitud se han mantenido silenciosos ante el quebramiento de las leyes internacionales, la ocupación de territorio y asesinatos.
Para Wajiha Sasa, Cónsul Honorario del Estado de Palestina en Costa Rica, esta situación es una historia continua de colonización por parte de Israel y sus fuerzas armadas: «Israel continúa ocupando Gaza ‘a control remoto’, al decidir quién entra y quién sale, ellos deciden qué suministros entran, deciden si hay electricidad o no, ellos contaminan el agua, los habitantes de Gaza están encerrados ahí sin posibilidad de salir».
Ante esto, Barrientos reclama:
“No hay ningún tipo de respeto al derecho internacional y a los derechos humanos de tercera generación que señala muy claramente que los pueblos tienen derecho al autogobierno, a la soberanía, a la independencia y a las libertades”.
Sasa, también crítica la narrativa de los medios masivos de comunicación, al considerar que reiteran un mismo discurso que justifican los constantes bombardeos por parte de Israel hacia Gaza amparados en «la autodefensa» y aunque, según la Cónsul, los actos perpetuados por Hamás resultan condenables, al involucrar la muerte de civiles, son un acto de resistencia, brutal, pero de resistencia.