Cómo una red internacional de desinformadores ayudó al intento de golpe de Brasil

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Alice Maciel, Laura Scofield, Natalia Viana (Agência Pública) y Juliana Dal Piva (CLIP- UOL)
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Aliados de Eduardo Bolsonaro, consultores políticos de Argentina y Estados Unidos, impulsaron la desinformación sobre el fraude en las urnas.

Octubre de 2022 fue un mes movido en la agenda del diputado federal Eduardo Bolsonaro (PL). Después de la primera vuelta, en la que consiguió ser reelegido como diputado federal, se dio a la calle. El día 12, embarcó para Argentina en «misión oficial» –recurriendo incluso a Itamaraty-, donde  encontró al consultor político Fernando Cerimedo, dueño del sitio La Derecha Diario, que organizó cenas con políticos de extrema derecha locales y patrocinó el viaje, según el sitio. Cerimedo dice que actuó de forma independiente para ayudar a Bolsonaro y no recibió nada por ello.

Apenas dos semanas después, el día 30, Eduardo se embarcó de nuevo rumbo al extranjero, esta vez a Estados Unidos, para reunirse con el expresidente Donald Trump en su complejo turístico de Mar-a-Lago. También se reunió por teléfono con el estratega Steve Bannon y con el ex portavoz de Trump Jason Miller, fundador de la red social Gettr. Su padre acababa de perder las elecciones por un estrecho margen de menos del 2% y se negaba a aceptar la derrota.

Según relató Bannon al Washington Post, ambos hablaron sobre el alcance de las protestas pro-Bolsonaro y las posibles impugnaciones del resultado electoral.  Según el diario, Bannon sugirió que Bolsonaro impugnara las elecciones como una forma de impulsar las protestas en Brasil.

Ambos viajes y reuniones con estos operadores digitales fueron claves para lo que vendría después: una acción internacional coordinada para socavar el resultado legítimo de las elecciones brasileñas a través de una campaña de desinformación nunca antes vista en el continente.

Esta campaña de desinformación se articuló desde el exterior, como una forma de sortear las restricciones impuestas por el Tribunal Superior Electoral (TSE) a algunos de los principales promotores de fake news en Brasil durante las elecciones, como los diputados del bando de Bolsonaro. Frases y hashtags como «Brazil was stolen » y «Brazilian Spring» fueron acuñados por esta iniciativa transnacional.

Los viajes, además, coronan un trabajo de cinco años en que Eduardo ha conseguido importantes aliados en la ultraderecha de Estados Unidos y América Latina, convirtiéndose en un eslabón clave para grupos a los que no les importa utilizar mercenarios digitales para llegar al poder, o aferrarse a él.

Según un estudio realizado por la Agencia Pública junto a la Uol y otros 18 medios latinoamericanos y cinco organizaciones especializadas en investigación digital, bajo el liderazgo del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), Eduardo ha participado en al menos 45 reuniones con líderes de ultraderecha de países latinoamericanos como México, Venezuela, Chile, Bolivia, Argentina y Colombia desde 2018.

A esto se suman las más de 80 reuniones que Eduardo ha mantenido con influyentes miembros de la ultraderecha estadounidense desde 2018, mapeadas por Pública. Algunas de estas reuniones generaron alianzas duraderas que se activarían en momentos clave en el intento de fomentar un golpe de Estado en Brasil cuestionando las urnas.

Desinformación transnacional 

Apenas cuatro días después de la derrota de Jair Bolsonaro (4 de noviembre), Fernando Cerimedo apareció con camisa blanca y pantalón negro en una transmisión en vivo en el canal de YouTube de La Derecha Diario. Sobre un fondo negro, con cara de preocupación y con una presentación en powerpoint con la bandera brasileña al lado.

«Soy Fernando Cerimedo, estoy en la capital de Argentina, Buenos Aires, y por razones que explicaré, me corresponde presentar este informe», dijo. «Personalmente soy consciente del riesgo para nuestra seguridad jurídica, personal y física que conlleva la decisión de comunicarlo. Pero también creemos que el pueblo de Brasil merece conocer la verdad y saber qué ocurrió realmente en la votación.»

Continuando con el aire de suspenso, Cerimedo afirmó que había obtenido un informe realizado por «personas privadas» en Brasil que revelaba anomalías en las votaciones que habrían producido un «cambio en los resultados electorales en Brasil». Esta afirmación es una mentira, una invención desmentida por todas las agencias de verificación de hechos, periódicos y el TSE. 

Durante más de una hora, en una transmisión en directo vista por más de 400.000 personas, el argentino produjo una de las principales piezas de propaganda para las elecciones de 2022. La principal desinformación era que los modelos de urnas más antiguos no habían pasado las pruebas de seguridad. Era mentira: todas las urnas, como lo demostró el Tribunal Superior Electoral, pasaron las pruebas de seguridad en 2009, 2012, 2016, 2017, 2019 y 2021.

El argentino también mintió cuando dijo que algunas urnas sin votos para Bolsonaro serían indicio de «anomalía», y votos «robados». No es verdad. En la zona que mencionó, en el Valle de Javari (AM) las comunidades indígenas no votaron por el expresidente debido a sus políticas anti-indígenas. Este tipo de contenido está clasificado como «desinformación» por el Media Manipulation Casebook, elaborado por el equipo del proyecto Technology and Social Change (TaSC) de la Universidad de Harvard.

Veinte días antes de su famoso live, Cerimedo había recibido a Eduardo Bolsonaro en la capital argentina. Eduardo llevó consigo al corresponsal de La Derecha Diario en Brasil, Giovanni Larosa, cuya conexión con Cerimedo se remonta a varios años atrás. Cubrió todo el viaje, pero no era un periodista independiente, según señalan las cuentas de la campaña del diputado en el TSE. En septiembre, Larosa recibió cerca de 3,900 reales (cerca de 800 dólares) por «difusión de propaganda electoral y apoyo a la campaña».

“A pesar de su reciente reunión con Bolsonaro y su campaña, Cerimedo se encargó de decir en su directo que los Bolsonaro no tuvieron nada que ver con el reportaje sobre las urnas. «Es importante aclarar que esta información no tiene a nadie de la campaña de Bolsonaro ni del Gobierno», dijo.

El live de Fernando fue compartido por diputados de Bolsonaro que ayudaron a viralizar la desinformación. Fue el caso de Nikolas Ferreira (PL) y Gustavo Gayer (PL), cuyas cuentas fueron suspendidas inmediatamente por determinación del TSE.

La campaña de desinformación orquestada incluía otro frente. Al tiempo que Fernando producía su live, un documento apócrifo que contenía el «informe» circulaba por los canales de Bolsonaro en WhatsApp y Telegram. Según Estadão, los generales del ejército temían que el documento «intensificara las manifestaciones y concentraciones frente a las unidades del ejército.»

El consultor argentino no se detuvo ahí. El 14 de noviembre, Cerimedo utilizó su cuenta de Twitter para difundir más desinformación. Afirmó que el secreto del voto podía romperse en los registros de actividad de las urnas electrónicas. «Debo aclarar que fue un grupo de patriotas con los que colaboramos, quienes lo lograron», escribió. La información fue desmentida por el sitio web Aos Fatos. Luego, dos semanas después, participó en una audiencia en el Senado, capitaneada por diputados de Bolsonaro, que contribuyó a dar más vuelo a las mentiras sobre las urnas. La audiencia fue retransmitida en directo, tuvo más de 1,3 millones de visitas e incluyó llamamientos a golpe de Estado. 

Las noticias falsas de Cerimedo sobre el secreto de voto también fueron utilizadas por el partido de Bolsonaro en un intento de que se anulara la segunda vuelta de las elecciones. La demanda del PL, sin embargo, resultó contraproducente: el TSE ordenó una multa de 22,9 millones de reales (4.7 millones de dólares) por «litigio de mala fe».

Para entonces, campamentos de partidarios de Bolsonaro se concentraban frente a cuarteles del ejército en todo el país, pidiendo intervención militar. Bolsonaro se negó a pedir su desmantelamiento o a aceptar su derrota electoral.

El mayor de los campamentos se instaló en Brasilia, frente al cuartel general del ejército, y reunió a 400 personas; en enero, el grupo había aumentado a 1.500. El candidato a la vicepresidencia y ex ministro de Defensa, el general Braga Netto, se reunió con algunos de los acampados y les dijo: «No pierdan la fe. Es todo lo que puedo decirles. Tienen que darle tiempo».

Radicalizados, los miembros del campamento empezaron a planear atentados terroristas.

Algunos de ellos perpetraron un atentado contra la sede de la policía federal el 12 de diciembre, día de la toma de posesión de Lula. Los bolsonaristas intentaron invadir el edificio y quemaron autobuses y coches.

En Nochebuena hubo otro atentado terrorista, esta vez en el aeropuerto internacional de Brasilia. La Policía Militar del Distrito Federal desactivó un explosivo colocado en un camión de kerosén cerca del aeropuerto. Detenido, el autor admitió que estaba en el campamento y que también había participado en el atentado contra la sede de la FP. Junto con otros acampados, pretendía «provocar la intervención de las Fuerzas Armadas y el decreto del estado de sitio». Para ello, gastó 160.000 reales (cerca de 33,000 dólares) en la compra de pistolas, revólveres, fusiles, carabinas y munición.

A lo largo de diciembre, el ejército, bajo el mando de Jair Bolsonaro, impidió repetidamente a la policía militar desmovilizar el campamento frente a su cuartel general.

La «fiesta de Selma» articulada a través de las redes sociales 

Desde principios de enero de 2023, los partidarios de Bolsonaro empezaron a planear una invasión de los edificios gubernamentales en la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia, utilizando el nombre en clave «Fiesta de Selma» para reunir voluntarios a través de las redes sociales. Una de las principales motivaciones eran las noticias falsas sobre fraude en las urnas. Los manifestantes fueron trasladados a Brasilia en 119 autobuses alquilados por comerciantes, agroindustrias y asociaciones pro-armas.

El 8 de enero -dos años después del asalto al Capitolio en Washington- más de 4.000 personas asaltaron y destrozaron edificios gubernamentales, el Congreso y el Tribunal Supremo.

El objetivo de los manifestantes, según varias publicaciones en las redes sociales, era que el gobierno instituyera una GLO, una operación militar para comandar la seguridad del lugar, dando poder a los militares para luego realizar una intervención militar. Durante la invasión, Jair Bolsonaro no pidió calma ni que los manifestantes abandonaran los edificios invadidos. Sólo por la noche, después de que los invasores hubieran sido retirados por la policía, BolsonaroTV publicó en Twitter un extracto del Padre Nuestro en latín, un mensaje cifrado que sus seguidores interpretaron fácilmente como un apoyo a los actos. Minutos después, Bolsonaro utilizó su cuenta para condenar los actos vandálicos.

Dos documentos encontrados a miembros de alto rango del gobierno mostraron que había un plan en marcha para dar un golpe de Estado con participación de militares cercanos a Bolsonaro.

Anderson Torres, ex ministro de Justicia y luego secretario de Seguridad del Distrito Federal, guardaba en su domicilio un borrador de un documento que decretaría el estado de defensa e intervención en el TSE «con el objetivo de garantizar la preservación o el pronto restablecimiento de la fluidez y corrección del proceso electoral». El asistente personal de Jair Bolsonaro, el teniente coronel Mauro Cid, tenía en su teléfono celular un documento decretando una GLO, tal y como querían los manifestantes. Ambos están siendo investigados por el STF y se encuentran detenidos.

Caja de resonancia en Estados Unidos 

Un componente clave de la campaña internacional de desinformación fue la difusión, en inglés y en Estados Unidos, de la mentira sobre el fraude en las elecciones brasileñas.

El ex estratega de Trump, Steve Bannon, utilizó su podcast War Room para difundir mentiras ya en la primera vuelta. Invitó a Matthew Tyrmand, miembro del consejo de Projeto Veritas, una organización conservadora que utiliza cámaras secretas para intimidar y desenmascarar a periodistas, y a Darren Beattie, antiguo redactor de discursos de Trump en la Casa Blanca, para lanzar sospechas sobre la corrección del sistema electoral brasileño. «Hubo fraude allí, definitivamente hubo fraude allí», dijo Tyrmand. Bannon añadió que sería «matemáticamente imposible» que Jair Bolsonaro se hubiera quedado rezagado, ya que muchos aliados suyos fueron elegidos al Congreso. En otro programa, Tyrmand sostuvo que la Constitución brasileña daría a las Fuerzas Armadas el poder de una intervención, lo que es mentira.

Semanas más tarde, en la noche de la derrota en la segunda vuelta electoral, Steve Bannon dijo en su programa que Jair Bolsonaro no debería admitir la derrota – imitando la estrategia de Donald Trump en 2020.

Tras ser lanzado por Bannon, el término «Brazilian Spring «, una referencia a las manifestaciones de la «primavera árabe», se convirtió en un hashtag muy utilizado por el bando de Bolsonaro y estuvo entre los temas más comentados en el Twitter brasileño. En los primeros días de enero se hicieron 4.864 tuits con el hashtag #BrazilianSpring, en inglés, portugués y español. La mayoría de ellos (48%) datan del 8 de enero, y se hicieron en apoyo a la invasión.

Otros íconos del trumpismo en Estados Unidos ayudaron a difundir desinformación, como el ex presentador de Fox News Tucker Carlson y el organizador de las protestas Stop The Steal, Ali Alexander. Alexander inventó imaginarias interferencias demócratas en las elecciones brasileñas. Tucker Carlson difundió teorías conspirativas en su programa y afirmó que se habían descontado «millones» de papeletas, algo imposible en un sistema de voto electrónico.

Además de los medios sociales tradicionales, la red de extrema derecha Gettr fue una de las principales plataformas en las que se distribuyeron libremente teorías conspirativas sobre fraude electoral.

El fundador de Gettr, Jason Miller, estuvo en Brasil dos veces en el año electoral -incluso asistió a la manifestación del 7 de septiembre en Copacabana, organizada en apoyo a la elección de Bolsonaro-. A lo largo de 2022, su red social financió el congreso conservador CPAC, que tuvo lugar en junio en Campinas, y otros eventos conservadores organizados por Eduardo Bolsonaro para apoyar la campaña de su padre. Miller es actualmente asesor de la campaña presidencial de Donald Trump para 2024.

Tras los atentados del 8 de enero en Brasilia, los mismos aliados de Estados Unidos lo apoyaron y difundieron la versión de que se estaba produciendo un «levantamiento popular», plenamente justificado por los «fraudes».

Ese día, Steve Bannon dijo en la cadena Gettr que «Lula robó las elecciones. Los brasileños lo saben». Pero fue más allá y dedicó buena parte de su podcast War Room al tema, con el invitado Matthew Tyrmand, que también criticó al Tribunal Supremo. Más tarde, Tyrmand participó en un Twitter Spaces con Allan dos Santos, bloguero de Bolsonaro que está prófugo de la Justicia brasileña en Estados Unidos por ser investigado en pesquisas que investigan la producción de fake news y acciones contra el Estado Democrático de Derecho (LINK a la historia de Allan).

La respuesta de la Justicia brasileña no se hizo esperar; el STF abrió una investigación sobre todos los que invadieron los palacios de Brasilia, así como los que financiaron el acto. Más de 2.000 personas fueron detenidas y más de 500 procesadas por delitos federales. También se está investigando a decenas de militares en activo y en la reserva.

A finales de junio, el Tribunal Superior Electoral declaró a Jair Bolsonaro inelegible durante 8 años por abuso de poder al haber utilizado recursos públicos para difundir desinformación sobre fraude electoral.

Eduardo Bolsonaro, creación de Steve Bannon

Eduardo Bolsonaro es una de las piezas clave de la visión global de Steve Bannon. El hijo del expresidente Jair Bolsonaro fue elegido por Bannon para poner en práctica en América Latina su proyecto de unir a la ultraderecha global y derrotar a la izquierda. «Lo que trato de hacer, especialmente con Eduardo, es hablar de cómo [desarrollar] un movimiento nacionalista populista en América Latina, cómo conectarlo, hacer que la gente en cada país se comunique, comparta ideas, diga qué está funcionando y qué no. Siempre he intentado ser una especie de puesto de intercambio, para asegurarme de que podemos hacer conexiones e interconectar a la gente», dijo Bannon en una entrevista con la BBC en septiembre del año pasado.

En 2019, nombró a Eduardo Bolsonaro representante en Sudamérica de The Movement, una coalición fundada por Bannon para «apoyar el nacionalismo populista y rechazar la influencia del globalismo». Esto ha ayudado a situar al diputado en los círculos de derecha de todo el mundo.

Bannon elogia a Bolsonaro y el «carisma» de Eduardo. «Tal vez la gente en Brasil no lo entienda, pero su carisma, el de Eduardo, el del presidente Bolsonaro, es algo que no se ve en la política estadounidense, con la excepción de Trump y algunas otras personas», dijo a la BBC. En la misma entrevista, afirmó estar construyendo un movimiento populista global de derechas. «No vas a ganar todas las elecciones», reflexionó. «Si nos fijamos en el flujo desde la crisis financiera de 2008, no hay absolutamente ninguna duda de que la derecha nacionalista populista no sólo es ascendente, que hemos ganado mucho más de lo que hemos perdido, y hemos hecho algunos cambios bastante significativos, ya sea (con) Trump en Estados Unidos, (con) el Brexit (en Reino Unido) y Bolsonaro en Brasil.»

Para llevar a cabo la misión asignada por su mentor, Eduardo creó el Instituto Liberal Conservador (ICL), que llegó a organizar los CPAC en Brasil con la participación de líderes de la extrema derecha estadounidense y de países latinoamericanos. Desde entonces, ha promovido decenas de congresos en los que las teorías conspirativas sobre «el avance del comunismo» y los peligros del «globalismo» tienen un escenario para difundirse.

 En Estados Unidos

Eduardo estuvo en Washington la víspera del atentado contra el Capitolio del 6 de enero de 2021. En los días previos se reunió con figuras clave para los acontecimientos de esos días, como el yerno de Trump, Jared Kushner, su esposa Ivanka Trump y el CEO de MyPillow, Mike Lindell, quien sugirió a Trump declarar «ley marcial» para mantenerse en el poder. En ese momento Eduardo Bolsonaro presidía la Comisión de Relaciones Exteriores en la Cámara de Diputados, pero el Ministerio de Relaciones Exteriores dice que no fue informado sobre el viaje.

Este fue solo uno de decenas de viajes del diputado a Estados Unidos, donde estableció alianzas con figuras clave de la derecha radical que apoyaron a Donald Trump. Además de la familia Trump, Eduardo es cercano a personas como Mark Ivanyo, director ejecutivo del think tank Republicanos por la Renovación Nacional, que busca tender puentes entre Estados Unidos y la derecha global. Ivanyo declaró a Pública en una entrevista que el congresista es el principal socio del movimiento en Brasil. «Eduardo tiene un futuro político brillante, es el mejor y el único que puede suceder a su padre cuando llegue a ese punto», subrayó.

Otro contacto frecuente es Charlie Gerow, estratega del Partido Republicano y presidente de la American Conservative Union (ACU), el think tank conservador que organiza las CPAC. Gerow es tan cercano al clan Bolsonaro que asistió a un evento de la familia Eduardo y visitó a Jair y Eduardo en el Palacio de Planalto el 7 de septiembre de 2021. Charlie Kirk, un activista conservador que es CEO de Students for Trump y del grupo derechista Turning Point USA, también ha invitado repetidamente a Eduardo a hablar en Turning Point, una convención dirigida a los jóvenes estadounidenses.

Recientemente, Eduardo parece haber decidido ampliar su presencia en Estados Unidos. Lo hizo al mismo tiempo que su padre, Jair Bolsonaro, pasaba tres meses en Orlando, Florida, mientras sus partidarios planeaban actos terroristas y un golpe de Estado en Brasilia.

El 18 de marzo de este año, Eduardo abrió una empresa en el estado de Texas en sociedad con personas vinculadas a la difusión de noticias falsas sobre los comicios en Brasil. Sus nuevos socios apoyaron los actos golpistas del 8 de enero y pasaron por el gobierno de su padre: el influencer Paulo Generoso y el ex secretario nacional de Promoción y Fomento de la Cultura del gobierno Bolsonaro, André Porciúncula.

Otros difusores de Fake News mantienen una empresa en la misma dirección en EE UU. André Porciúncula era el responsable, en el gobierno Bolsonaro, de analizar y aprobar las propuestas de financiación de la Ley de Incentivo a la Cultura, junto con Raquel Brugnera, presentados como directores. Brugnera ocupó dos cargos en el gobierno de Jair Bolsonaro. Fue jefa de gabinete de la Secretaría de Economía Creativa de la entonces Secretaría Especial de Cultura, durante la gestión de Roberto Alvim -exonerado tras producir un video con referencias al nazismo- y asesora técnica de la Fundación Palmares.

El informe buscó personalmente al diputado Eduardo Bolsonaro el 24 de mayo. Preguntado sobre las actividades de la empresa, el parlamentario dijo que «no hay gran cosa».

«¿Explicar qué? ¿Debo algo?», dijo.

Mercenarios Digitales

Mercenarios digitales es una investigación de Chequeado (Argentina), UOL y Agência Pública (Brasil), LaBot (Chile), Colombiacheck y Cuestión Pública (Colombia), CRHoy, Interferencia y Lado B (Costa Rica), GK (Ecuador), Factchequeado (EEUU) Ocote (Guatemala), Contracorriente (Honduras), Animal Político y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (México), Confidencial y República 18 (Nicaragua), Ojo Público (Perú), El Surti (Paraguay), La Diaria (Uruguay) y tres periodistas investigativas (Bolivia y España/Colombia); las organizaciones de investigación digital Cazadores de Fake News (Venezuela), Fundación Karisma (Colombia), Interpreta Lab (Chile), Lab Ciudadano (Honduras) y DFRLab (EEUU); y estudiantes del curso de maestría Using Data to Investigate Across Borders de la profesora Giannina Segnini (Universidad de Columbia EEUU), con la coordinación del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística, CLIP. Revisión y asesoría legal: El Veinte.
Con apoyo financiero de Free Press Unlimited, el programa Redes contra el silencio (ASDI), Seattle International Foundation y Rockefeller Brothers Foundation.

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