#DCExplica: ¿Cómo sabemos cuánto contamina el sector agrícola?

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Darío Chinchilla
- doblecheck@ucr.ac.cr

Doble Check no encontró ningún fundamento para decir que el sector agrícola de Costa Rica sea carbono neutral, tal y como se jactó el presidente Rodrigo Chaves. Por el contrario, la evidencia nos dice que la agricultura emitió 63,7 toneladas métricas de dióxido de carbono en 2021. También, dicho sector emitió 2,43 toneladas métricas de óxido nitroso. Y tal vez más importante, emitió más de 100 toneladas métricas de metano.

Todo esto lo sabemos gracias al Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, un informe técnico que recopila y calcula las emisiones y remociones de gases contaminantes en el país. Hay una previsión de actualizar el inventario cada dos años, siguiendo metodologías del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) para comparar los datos a escala internacional.

El último informe en Costa Rica fue publicado en 2024, con datos correspondientes al 2021. Ana Rita Chacón, jefa del Departamento de Desarrollo del Instituto Meteorológico Nacional y coordinadora del inventario en el país, indicó que el próximo informe está previsto para el 2026.

La palabra clave con el informe —y el reto principal— es “comparar”. ¿Cómo sabemos cuánto más o menos contaminamos en relación con otros países? O incluso, ¿cómo sabemos cuánto más o menos contamina un sector, como el de energía, en comparación con el agropecuario?

La respuesta es la medición del dióxido de carbono equivalente.

¿Qué significa “dióxido de carbono equivalente”?

El dióxido de carbono equivalente (CO₂e) es una medida que permite comparar las emisiones de gases de efecto invernadero distintos al dióxido de carbono (CO₂) en una misma escala.

El IPCC define esa medida como la cantidad de dióxido de carbono que ocasionaría el mismo efecto de calentamiento acumulado que una cantidad de otro gas (o de una mezcla de ellos) en un tiempo determinado (100 años usualmente).

Para calcularlo, se multiplica la cantidad emitida de cada gas por su potencial de calentamiento global (GWP, por sus siglas en inglés). Luego, se suman todas esas equivalencias en una sola cifra.

Por ejemplo:

1 tonelada de metano equivale a 27,2 toneladas de CO₂e.

1 tonelada de óxido nitroso equivale a 273 toneladas de CO₂e.

Esta conversión no significa que los gases se comporten igual en la atmósfera, ni que tengan los mismos efectos a largo plazo, pero permite expresar su impacto climático en una escala común y facilitar su comparación en inventarios como el de Costa Rica.

¿Cuál sector contamina más en Costa Rica?

Los datos más recientes muestran que la contaminación climática sigue muy ligada a nuestras formas de movernos y producir.

En 2021, Costa Rica emitió 16.155,4 toneladas métricas de CO₂ equivalente, si se excluyen las absorciones de carbono por los bosques. La mayor parte de esa contaminación no vino del campo ni de las fábricas: vino del sector de energía, particularmente del transporte.

El sector energético generó la mitad de todas las emisiones del país en 2021. Casi todo vino de la quema de combustibles fósiles, sobre todo en transporte terrestre.

El segundo mayor emisor fue la agricultura, con 22% del total. La principal emisión la provocó el metano que despide el ganado al digerir; es decir, los eructos de las vacas y, en menor medida, de los cerdos. La llamada fermentación entérica en la digestión del ganado produjo casi todo el metano agrícola, así como la mayor emisión de este gas en cualquiera de los sectores estudiados por el informe.

El sector de procesos industriales y uso de productos (IPPU) contribuyó con 16% de las emisiones, y los residuos sólidos y aguas residuales representaron otro 11%.

La resta en la contabilidad: los bosques

La única gran resta en el conteo de gases contaminantes proviene del sector de Uso de la Tierra, Cambio de Uso de la Tierra y Silvicultura (UTCUTS). En 2021, esta categoría representó una remoción neta de -3.523,17 toneladas métricas de CO₂ equivalente. Esa captación representó una quinta parte del total emitido, y una cifra casi idéntica a la producida por la agricultura.

El ejercicio para determinar los sumideros empieza por una fotografía del país, dividida en cinco grandes tipos de uso del suelo: tierras forestales, tierras de cultivo, pastizales, humedales y otras tierras, como zonas urbanas o improductivas. A partir de ahí, lo que se contabiliza no es la existencia de bosques, sino los cambios: por ejemplo, si una finca que antes era cultivo se convierte en un bosque secundario, el carbono que absorbe ese nuevo bosque entra a la cuenta nacional como una resta. Si ocurre lo contrario —si un bosque se transforma en potrero o zona agrícola—, se considera una fuente de emisiones.

Aún así, no todos los árboles cuentan. Los bosques estables, como los que han permanecido intactos por décadas dentro de parques nacionales, ya no se suman. “Esos ya no crecen, ya no absorben más carbono: están en equilibrio”, explicó Chacón.

Lo que se gana —y lo que se esconde— al usar la medida de carbono equivalente

La aparente simplicidad de usar dióxido de carbono equivalente para medir nuestras emisiones de gases contaminantes tiene un costo.

“La Convención [Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático] lo permite, pero es un chiste”, dijo el biólogo costarricense, Lenin Corrales, en entrevista con Doble Check. El experto se refirió a cómo el efecto real del metano —uno de los gases más potentes en el corto plazo— se diluye al ser convertido a su equivalente en dióxido de carbono.

“El metano no se compensa con la fijación de carbono. Es otra cosa. El carbono, un árbol lo mete a la fotosíntesis y lo procesa, pero el metano no”, agregó Corrales.

Ese tipo de crítica no es nueva. Desde hace años, científicos del clima han advertido que el uso del GWP suaviza el impacto real de gases como el metano, que calientan mucho más intensamente que el CO₂ pero durante menos tiempo.

En otras palabras, no todo lo que suma igual calienta la atmósfera de la misma forma.

 

Nota del editor: Doble Check realizó esta verificación como parte del proyecto #CRíticaMente, con el apoyo de la Asociación de Periodismo Colaborativo Punto y Aparte y la fundación People In Need Costa Rica.
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