Donald Trump fue declarado ganador de las elecciones presidenciales del 6 de noviembre, al obtener 312 votos electorales frente a los 226 de Kamala Harris. Este resultado no solo le permite recuperar la Casa Blanca, sino que también asegura un posible control del partido republicano sobre las cámaras legislativas. Este control combinado promete transformar de manera radical el panorama político y social de Estados Unidos, marcando un cambio significativo en los patrones de voto del país.
«Por segunda vez en este milenio, el Partido Republicano logró algo que no hacía desde la segunda elección de George W. Bush: ganar el voto popular, aunque sea por un margen muy pequeño», destacó Vicky Gamboa Ross, politóloga invitada al programa Desayunos de Radio Universidad el 6 de noviembre. Esta victoria refleja una dinámica electoral que parecía olvidada, con una victoria republicana en el voto popular, a pesar de las controversias que han rodeado la figura de Trump.
Un mandato con impacto inmediato
Gamboa señaló que los efectos de esta elección se sentirán rápidamente, especialmente porque Trump tiene el apoyo de un Congreso republicano. Esta mayoría le permitirá avanzar de manera más fluida en su agenda política. La administración de Trump podría centrarse en revertir muchas de las políticas implementadas por Joe Biden, especialmente en temas ambientales y migratorios. Se espera que elimine o modifique regulaciones clave, como las protecciones ambientales, favoreciendo un modelo más empresarial y conservador.
En cuanto a sus antecedentes legales, Trump podría recurrir al perdón presidencial para sus problemas criminales, lo que también se perfila como una de sus primeras acciones en el nuevo mandato.
Aislamiento internacional
A nivel internacional, el regreso de Trump sugiere un giro hacia políticas proteccionistas, con una posible reconfiguración de las relaciones de Estados Unidos con otros países y organizaciones internacionales. Según Gamboa, uno de los ejemplos más evidentes de este enfoque sería la reducción o incluso la eliminación de la ayuda a Ucrania, dada la relación cercana que Trump mantiene con líderes como Vladimir Putin. Esto podría tener implicaciones importantes en el contexto de la guerra en Ucrania, así como en las relaciones con la OTAN y Europa.
Asimismo, las decisiones de Trump durante su primer mandato de retirar a Estados Unidos de organismos internacionales como la UNESCO y la Organización Mundial de la Salud (OMS) podrían repetirse. Este tipo de medidas refuerzan la postura unilateral de Estados Unidos bajo su gobierno, lo que podría generar tensiones tanto a nivel global como en la política exterior estadounidense. En un escenario global cada vez más inestable, estas decisiones tendrían repercusiones tanto en las relaciones diplomáticas como en la influencia de Estados Unidos en el mundo.
La polarización social y su control judicial
Dentro de Estados Unidos, la polarización política y social ha alcanzado niveles significativos, y con el regreso de Trump a la presidencia, es probable que esta división se profundice aún más. Las tensiones raciales, las disputas ideológicas y el impacto de la desinformación fueron factores clave en estas elecciones y podrían seguir marcando la agenda política interna. Además, el descontento de ciertos sectores de la sociedad con la situación económica, a pesar de los indicadores positivos, fue un tema central que Trump aprovechó para movilizar a su base. Este descontento, amplificado por el discurso populista, es un desafío que seguirá vigente durante su nuevo mandato.
Un aspecto clave de la administración de Trump es su legado judicial. Gamboa hizo énfasis en el primer mandato del republicano, en el que logró nombrar a tres jueces en la Corte Suprema de Estados Unidos, lo que consolidó una mayoría conservadora en el máximo tribunal del país. Con la mayoría republicana en el Senado, ahora tiene la oportunidad de seguir nombrando jueces con una ideología similar, lo que podría tener un impacto duradero en el sistema judicial de Estados Unidos.
El regreso de Trump a la Casa Blanca es un punto de inflexión para Estados Unidos. Lo que está en juego no es solo el futuro inmediato de Estados Unidos, sino también su lugar en el escenario global y la cohesión interna de su sociedad. La administración de Trump promete ser una etapa llena de tensiones y desafíos, donde se pondrá a prueba la estabilidad política y social del país.
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