El 5 de noviembre se definió a Donald Trump como el presidente electo de los Estados Unidos, al alcanzar más de los 270 votos electorales requeridos para el gane. Su contrincante, Kamala Harris no logró concentrar su popularidad en su limitado tiempo de campaña, tras la retirada de Joe Biden de la contienda.
Harris no logró concretarse en los estados clave, conocidos también como estados bisagra, estados púrpura o bien, swing state. Dichos estados cedieron ante Trump quien estaba en campaña desde hace tres años para buscar alcanzar el gane que no obtuvo en el 2020, pero sí en el 2016.
Lo que las encuestas declaraban como un empate técnico entre las partes y un futuro incierto sobre quién dirigiría al país en el próximo mandato, fue rápidamente aclarado desde el momento en el que empezaron a salir los votos, y Trump obtuvo la ventaja durante todo el proceso de conteo electoral.
La polarización como elemento clave de las elecciones
Para Constantino Urcuyo, catedrático y abogado, consistió en una elección atravesada por muchas fracturas, producida por una polarización muy fuerte, haciendo que la elección consistiera en una aguda confrontación. Las posiciones de los entonces candidatos, estaban marcadas no solo por sus diferencias ideológicas, sino por sus propuestas en temas económicos, sobre derechos reproductivos de las mujeres, las políticas de inmigración, una fuerte diferencia en materia de cambio climático y política exterior.
Urcuyo profundiza en esta polarización al abordar los movimientos extremistas como los «Proud Boys», agrupación de extrema derecha que han apoyado la campaña de Trump, y participaron en el asalto al capitolio del 6 de Enero del 2021, el cual fue un intento de desafiar los resultados electorales, tras un discurso de Donald Trump y sus afirmaciones sobre fraude electoral.
Además, la división demográfica entre republicanos y demócratas se ha hecho más evidente, donde los jóvenes, las minorías y las mujeres tienden a favorecer más al Partido Demócrata, mientras que los votantes blancos y de mayor edad se inclinan por el Partido Republicano, afirma Urcuyo.
Esta polarización se ha estado construyendo desde años atrás, donde las ideologías de los bandos republicanos y demócratas cada vez más se distancian las unas de las otras en lugar de buscar conciliar las diferencias. Esto ha hecho que se dé el surgimiento de términos como polarización afectiva, donde se describe como la polarización está tan adentrada en la sociedad, que esta se hace cada vez más fuerte, donde los sentimientos hacia el bando opuesto se hacen más fuertes, mientras crecen los sentimientos favorecedores para el propio bando.
La polarización actual ha estado marcada por un conflicto creciente, que ha resultado en el constante enfrentamiento de las partes, haciendo que los discursos políticos se caractericen por aprovechar esta polarización y reforzar el enfrentamiento con la otra parte. Este ha sido un mecanismo efectivo, puesto que líderes y figuras políticas han encontrado que hay una respuesta activa ante sentimientos confrontativos.
La derrota de Harris
Sería difícil o imposible delimitar la derrota de Harris a un solo acontecimiento o elemento. Sin embargo, sí se puede observar como el partido demócrata no logró consolidar una campaña efectiva, iniciando por la decisión de posicionar en primer lugar al actual presidente Joe Biden, como el candidato que competiría contra Trump. Sin embargo, la imagen de Biden ya no reflejaba un líder firme para competir con Trump, quien había sobrevivido a un atentado terrorista.
Esto llevó a que Harris fuera la siguiente candidata, sin embargo su limitado tiempo, la polarización, y competir no solo por la presidencia, pero también por ser la primera mujer presidenta del país, fueron algunos de los elementos que no permitieron que se consolidara su gane. A pesar de ello, y de tener una derrota no tan pareja, Harris obtuvo mucho apoyo a lo largo de su limitada campaña.
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