Giancarlo Guerrero y el arte de la dirección orquestal

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Jimena Rojas Rojas
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Giancarlo Guerrero, quien nació en Nicaragua y creció en Costa Rica, ha marcado su historia en la música, teniendo un inicio similar al de muchos niños y niñas costarricenses, al empezar en la Orquesta Sinfónica Juvenil. Poco a poco eso se fue tornando en un sueño más concreto, lo que lo llevó a convertirse en uno de los directores de música más aclamados en la actualidad, y a tomar la batuta de la Orquesta Sinfónica de Nashville.
Sin embargo, Guerrero nos demuestra cómo la vida es parecida a una interpretación musical, donde todo tiene su fin, por lo que el director continuará su recorrido asumiendo la conducción del Grand Park Music Festival en Chicago, y de la Orquesta de Sarasota en Florida, dando por terminado su labor en Nashville.

Guerrero es ganador de 6 Grammys, por su gran labor musical, donde su compromiso con este arte se ve reflejado en su trabajo en la Orquesta Sinfónica de Nashville, donde estuvo 16 temporadas, más dos años que estuvo como director designado. Así, como por su futura orquesta, la de Sarasota, donde desde el primer batuto, sonaron realmente espectacular.

Este recorrido surgió puesto que en Nashville se estaba estrenando un nuevo teatro cuando el director asumió como titular.  “Se ha convertido en uno de los grandes teatros, de los mejores teatros acústicamente y arquitectónicamente en los últimos 40 años”, en palabras de Guerrero.

Lo anterior, llevó a que integrantes de la orquesta de Sarasota llegaran para entender cómo fue que Nashville logró este gran proyecto y posterior a eso, le invitaron para a dirigir y en base a la gran relación, le invitaron a asumir como titular.

Guerrero menciona que se puede tener un gran director y una gran orquesta, pero al final de todo se trata de química, donde todo lo que se comunica es a través de la telepatía.

“Siempre he dicho que la dirección es la única prueba que tenemos realmente de que la telepatía existe. Todo lo que nos comunicamos es a través de los ojos sin decir nada y las manos y gestos corporales”, Giancarlo Guerrero, director de orquesta.

La música trasciende los años y las culturas, aborda y representa situaciones y sentimientos que hace conectar de diversas maneras a personas tanto de este siglo, como de hace uno, dos, tres siglos, y más. Guerrero profundiza al mencionar que la música es es el idioma universal, y las mismas razones por las cuales Beethoven, y demás compositores han sido siempre relevantes, no sólo porque la música es muy bella, sino porque las mismas cosas que los inspiraron a ellos a escribir su música, problemas políticos, amor, odio, drama, siguen siendo relevantes actualmente.

“Tenemos que entender que estas artes son universales, que no tienen fin jamás”, Giancarlo Guerrero, director de orquesta.

Es a partir de lo anterior, que Guerrero siempre intenta quitar un poco la idea de pensar que la música clásica es para cierto tipo de personas, puesto que para él “lo único que se necesita es un par de oídos”. Un concierto es una aventura personal, de manera que lo que una persona está escuchando, no es lo mismo para la persona de al lado.

De esta forma, entra la importante labor de desarrollar un programa que tiene el director, para encaminar esta experiencia tan única. Guerrero profundiza para que cada concierto tenga un mensaje para el público que siempre hay que recordar, es de esta forma, que  la programación siempre tiene que estar conectada, ya sea históricamente o de estilo, con el oyente y que sea un buen viaje. La dirección no es solo dirigir y marcar un tiempo, sino que su labor consiste en inspirar a los músicos a un nivel más alto, y al mismo tiempo inspirar al público.

Ha sido un reto preservar este arte en la actualidad. Se puede pensar que se convierte en un acto revolucionario el escuchar, prestar atención, asistir, hablar sobre la música que ha sido compuesta con tanta atención y dedicación por siglos y que define a la humanidad de formas intangibles.

Guerrero menciona que está en manos de las personas artistas cuidar este arte, pero no solo cuidar de lo pasado sino también darle una voz al presente porque si no se le da esa voz, nos convertimos en dinosaurios, donde simplemente se apunta por lo viejo, afirma el artista.

El director reta a que escuchemos a compositores nuevos, como Christopher Rouse, que también tienen algo que decir, y que pensemos que en algún momento Beethoven, Brahms, Bach fueron nuevos. Y como sociedad apartemos esta idea de que siempre han estado, que han existido toda la vida. Nos comparte que si los directores, el público, los músicos, hubiesen ignorado a estos artistas, no les conoceríamos.

Guerrero describe: imaginemos que vamos caminando por Viena en 1808, y hay un cartel que dice que esta noche hay un concierto de Beethoven, quien estrena la Quinta Sinfonía y Sexta Sinfonía, y que además, va a dar una charla, ¿nos lo perderíamos? Es de esta forma que tenemos que pensar, como parte de la historia para apropiarnos de la música, porque es el público quien al final decide el repertorio que se queda. El director demuestra que somos nosotros los que conformamos la historia.

Conozca más sobre el tema en esta entrevista de Desayunos Radio Universidad.

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