Los mercados alternativos son cercanía, consciencia e intercambios justos.
En el modelo agroalimentario dominante, el mercado suele estar orientado únicamente al lucro. Los productos viajan largas distancias, las decisiones se toman lejos del territorio, y el vínculo entre quienes producen y quienes consumen pasa completamente a un segundo plano. Este sistema convencional, ha convertido al alimento en una mercancía e invisibiliza a las personas, a las prácticas, los territorios y a los esfuerzos detrás de cada cosecha. Frente a este escenario, los mercados alternativos han surgido como una propuesta para un intercambio más justo, más conscientes y que busca acercar al consumidor con el productor.
En Semillas y Saberes, la conductora, Marcela Dumani, entrevistó al sociólogo y agricultor Eric Chaves Ramírez, miembro de la Red de Agroecología de Costa Rica y del Mercadito Agroecológico Ramonense. En la conversación, se profundizó en la importancia de los mercados alternativos como herramienta para transformar los sistemas alimentarios desde una lógica agroecológica, justa y comunitaria.
¿QUÉ SON LOS MERCADOS ALTERNATIVOS?
Los mercados alternativos surgen como respuesta a un modelo de comercialización convencional, que, en palabras de Chaves, excluye al pequeño productor y desconecta al consumidor del contexto detrás de la producción de sus alimentos. Estas ferias buscan acortar estas brechas entre productor y consumidor para generar vínculos directos y ofrecer alimentos libres de agroquímicos, con precios justos para quienes los cultivan y accesibles para las comunidades.
“Alternativo significa que me salgo de todo ese conjunto de relaciones de injusticia y explotación que se producen en la producción de alimentos tradicional y convencional”, comentó el sociólogo durante la entrevista. Estos espacios no solo ofrecen frutas, vegetales, panes, mermeladas o productos procesados, sino también artículos de cuidado personal, comidas preparadas, artesanías y actividades culturales.
Además de ser espacios de compra, los mercados alternativos se han convertido en verdaderos puntos de encuentro comunitario, donde se interconectan las culturas, la educación y la identidad alimentaria. “La meta es que una persona pueda hacer su compra completa de alimentos en la feria”, señaló Chaves, haciendo énfasis en la necesidad de construir una oferta diversa y continua.
Un aspecto destacable de estos mercados es la alta participación de mujeres, tanto como productoras agrícolas como ofertantes de productos procesados y artesanales. También es frecuente encontrar talleres, presentaciones artísticas y espacios para el aprendizaje y la convivencia, lo cual les da un valor agregado como entorno educativo y cultural.
¿CÓMO ORGANIZAR UN MERCADO ALTERNATIVO?
Durante el programa, Chaves compartió también recomendaciones prácticas para quienes deseen organizar uno de estos espacios en sus comunidades. Destacó la importancia de la organización colectiva y el compromiso social, e insistió en la necesidad de construir principios claros desde el inicio: economía social, producción libre de agroquímicos, equidad y transparencia en la gestión.
El agricultor comentó que para gestionar este tipo de mercados es necesario buscar personas con quienes compartir esta tarea. Además es importante empezar con metas pequeñas: hacer una feria especial en una fecha simbólica y luego, si hay interés, pasar a un encuentro mensual o quincenal.
DESAFÍOS Y PERSPECTIVAS
Entre los principales desafíos señalados se encuentran la necesidad de fortalecer la articulación entre mercados del país, garantizar la trazabilidad de los productos (incluso sin certificación formal), y lograr una mayor cobertura territorial. Actualmente existen al menos 13 mercados alternativos distribuidos en todas las provincias, excepto Heredia.
“Si queremos que la agroecología crezca, necesitamos espacios de comercialización seguros, regulares y atractivos para la gente. El mercado también es un espacio educativo”, puntualizó Chaves.
Como mensaje final, el sociólogo invitó a la población a acercarse a estos espacios sin prejuicios. Garantizar el origen de los alimentos implica acercarse directamente a estos espacios y conocer a quienes los producen. Además, visitar los mercados alternativos permite verificar por uno mismo los precios, ya que aún persisten prejuicios que los catalogan como excesivamente caros, cuando en realidad muchos de sus productos son accesibles y competitivos.



