Mujeres en la política costarricense: desafíos y presencia necesaria

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Ian Aguilar Solano
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Con el panorama electoral de 2026 cada vez más cercano, y en medio de las tensiones políticas que viene dejando el último gobierno, la carrera presidencial se perfila como una contienda marcada por la incertidumbre, el descontento ciudadano y la búsqueda de nuevos liderazgos. En este panorama, un hecho histórico llama la atención:

La politóloga Gina Sibaja Quesada, docente e investigadora de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica, analizó en el programa Desayunos de Radio Universidad los alcances de este fenómeno de mujeres en política en el país y los desafíos que todavía enfrenta la participación femenina en el escenario político.

 

Representación histórica, pero con límites

Que cinco mujeres compitan por la presidencia (Natalia Díaz, Laura Fernández, Luz Mary Alpízar, Ana Virginia Calzada y Claudia Dobles) marca un cambio visible respecto a procesos electorales anteriores, donde la presencia femenina era marginal. Sin embargo, esto no significa automáticamente un avance en materia de igualdad sustantiva.

“A pesar de todos los pesares, mientras más mujeres haya en el espacio público es mejor. No importa que no coincidan ideológicamente con lo que uno quisiera. El simple hecho de que haya presencia de mujeres en la competencia electoral ya es un paso importante que no debería retroceder”. Gina Sibaja Quesada, politólga y docente e investigadora de la Escuela de Ciencias Políticas

Si bien, la cifra es histórica, esto no asegura la existencia de una agenda de mujeres ni mucho menos una agenda feminista. En la práctica, muchas veces los partidos integran candidatas sin un compromiso claro con las luchas por la igualdad, lo que termina siendo una representación más de números que de ideas o compromisos reales.

Para Sibaja, estas elecciones podrían ofrecer un giro si las aspirantes logran mostrar un estilo distinto al de la confrontación violenta que ha caracterizado al país en los últimos años.

“Esta contienda electoral podría gravitar alrededor de estas mujeres. Podrían terminar dando una lección de comunicación política, siempre que logren diferenciarse sin recurrir a la violencia”. Gina Sibaja Quesada,  docente e investigadora de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica

El reto, sin embargo, es grande: algunas candidatas deben desligarse del oficialismo, otras enfrentar el desgaste de partidos cuestionados y también, tratar de lidiar con el escrutinio de medios y ciudadanía que tienden a juzgar sin razón a las mujeres en política.

 

¿Cambio obligado o derecho ganado?

Uno de los puntos tratados es la expectativa también creada de que las mujeres deban “reparar” la política. Ante este discurso, Sibaja consideró injusto que, además de enfrentar barreras para participar en política, a las mujeres se les cargue con la tarea de reparar un sistema que ya viene dañado. Añadió que cada persona tiene derecho a decidir desde qué lugar quiere aportar, sin distinción de género.

La especialista mencionó que tanto hombres como mujeres participan en estructuras patriarcales, y que no corresponde cargar a las mujeres con una responsabilidad adicional. El verdadero desafío, dijo, está en exigir agendas claras y compromisos concretos a quienes lleguen a los espacios de poder.

Es necesario recordar la elección de Laura Chinchilla en 2010, primera presidenta del país. Aunque el gobierno de Chinchilla fue duramente criticado, su triunfo abrió brecha y demostró que era posible que una mujer alcanzara la máxima magistratura.

La presencia femenina, entonces, tiene un doble filo: genera expectativas de un liderazgo distinto, pero no garantiza cambios automáticos. Como señaló Sibaja, las mujeres no están exentas de reproducir las mismas prácticas políticas que han erosionado la confianza ciudadana.

Lo que está en juego en 2026 es más que una cifra inédita de candidatas. Se trata de la posibilidad de que su presencia contribuya a un debate de altura, centrado en propuestas y no en ataques, y que realmente se traduzca en políticas públicas que respondan a los problemas de fondo del país: la desigualdad social, la violencia, el deterioro de la institucionalidad democrática, la falta de confianza en la política y sobretodo, el problema de inseguridad que ha crecido a lo largo de este último gobierno.

 

Para acceder a la entrevista completa, acceda al siguiente enlace:  

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