Una mirada a los avances, retrocesos y desafíos estructurales del sistema educativo nacional
Costa Rica ha considerado históricamente la educación como un eje central para el desarrollo. Sin embargo, los datos muestran una trayectoria marcada por avances significativos seguidos de estancamientos y retrocesos que siguen teniendo efectos en la actualidad.
El Dr. Leonardo Garnier, economista, exministro de Educación y asesor especial del secretario general de Naciones Unidas para la Cumbre sobre la Transformación de la Educación profundiza sobre temas clave relacionados con el desarrollo, desafíos y retrocesos del sistema educativo público en Costa Rica.
En los años 60, sólo un 20% de los jóvenes entraba a la educación secundaria, y fue a finales de los 70, esta cifra se elevó al 60%. Ese cambio tan grande en 20 años, se dio gracias a la construcción de más escuelas, contratación de más docentes, en general se invirtió más en educación.
Sin embargo, las falencias del sistema educativo, se agravaron por la crisis económica de los años 80, cuando se recortó el presupuesto y se estancó el progreso. Para el año 1984, aproximadamente, la cobertura había caído al 50%, es decir, solo la mitad de los jóvenes estaban en el colegio.
Lo anterior provocó que se generara un estancamiento de 20 años, de 1980 al 2000, cuando la mitad de los jóvenes costarricenses no obtuvieron acceso a la educación secundaria. Para Garnier, esto ayuda a explicar el aumento de la pobreza y la desigualdad que se ha venido generando desde los 80.
En el año 2000 se retomó el crecimiento en cobertura educativa, permitiendo que se abordara cerca de un 100%. Esto se consideró como un resultado de nuevas inversiones, en zonas rurales y urbanas y de reformas constitucionales que elevaron el piso de la inversión educativa al 8% del PIB.
Del 2000 al 2006 se pasó del 4% al 5%, luego a partir del 2006 se pasa del 5% al 7,4%. Para el 2017 ya se estaba llegando a la meta del 8%, sin embargo, a partir del 2018 la tendencia cambia y empieza a bajar pasando de 7,4% a 7,1%, a 7%, a 6.9% con los años. Esto para el exministro, iba de la mano con el desplome de esfuerzos en educación, haciendo que para este año se calcula que el presupuesto sea de 4,8% del PIB.
La disminución de recursos hace que sufran los programas de equidad, comedores, transporte, infraestructura y el programa Avancemos. Además, de dificultar la atención de regiones más alejadas puesto que es más costoso atender estas, que las que de la GAM. El recorte presupuestario constituye un sacrificio generacional y una apuesta contra el desarrollo del país.
Organismos como el Banco Mundial, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) coinciden en que la inversión en educación genera más riqueza a largo plazo. La Unicef menciona que un dólar invertido en educación genera más riqueza a futuro que un dólar invertido en cualquier otra cosa.
Asimismo, Garnier mencionó algunos datos que reflejan los avances en materia de educación:
- En el período entre finales de los 90 al 2022, el porcentaje de jóvenes de 15 a 17 años que estudiaban a tiempo completo pasó de un 50% a un 94%.
- También se redujeron las brechas educativas. La diferencia en escolaridad entre jóvenes en zonas urbanas y rurales, pasó del 30% en 2003 al 7% en 2013 y ha seguido bajando.
- En cuanto a niveles de ingresos, la brecha entre hijos e hijas de familias con mayores ingresos y con menores ingresos pasó del 44% en el 2003, al 17% en 2013.
- La diferencia entre hijos e hijas de padres con y sin educación, pasó del 68% al 29%, lo que refleja que mayores jóvenes, independientemente del nivel educativo de sus padres, se lograron incorporar al sistema educativo.
El recorte actual pone en peligro todos estos avances, haciendo que las poblaciones más afectadas sean las que justamente empezaban a superar esas brechas: estudiantes rurales, de bajos ingresos o de hogares con menor escolaridad.
En paralelo, el país impulsó entre 2005 y 2020 una reforma curricular orientada a una educación más centrada en el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el trabajo colaborativo. Materias como Cívica, Artes, Educación Física y Ciencias fueron transformadas para hacerlas más significativas y activas para los estudiantes.
Esta reforma exigía un cambio también en la forma de evaluar, y a partir de estas conversaciones se desarrollaron las pruebas FARO para sustituir los exámenes de bachillerato, sin embargo la coyuntura de la pandemia generó inestabilidad en las herramientas de evaluación.
Garnier dijo que en el nuevo contexto no existen herramientas confiables para medir qué aprendizajes se perdieron durante la pandemia ni cómo están evolucionando los estudiantes. Además, los docentes no reciben retroalimentación útil que permita describir las falencias del estudiantado, imposibilitando la capacidad de corregir sus propias deficiencias.
Además, habló de la reducción de transferencias generadas por el programa Avancemos, el cual tiene como objetivo ofrecer a jóvenes un ingreso que les permitiera seguir estudiando sin tener que trabajar, teniendo un impacto directo en la permanencia estudiantil.
Otros de los golpes a la educación se han visto en la educación en la primera infancia donde la Red de Cuido no ha recibido financiamiento adecuado, además, la eliminación de los programas de sexualidad y afectividad que habían tenido un impacto y ofrecían espacios para discutir afectos, género y diversidad.
Criterio del MEP contradice al Gobierno: no hay reemplazo de programas eliminados de educación sexual

Para escuchar la entrevista completa con Leonardo Garnier Rímolo ingrese al enlace: